...Y van cien
Cuando empezó este proyecto, allá por las entrañas de la pandemia, a las puertas de un verano extraño y distinto como aquel de entonces, no sabía cuánto iba a durar esta historia. Es lo que tienen las historias que empiezan, que no sabes cuando se acaban, aunque a veces, según el hecho que sea, deseamos que no se acaben nunca.
Reconozco que soy distinto a aquel que empezó, no sé si mejor o peor, pero sí distinto. Tengo otras ilusiones, otros proyectos, otras decepciones, otros tormentos, otras filias y otras fobias. Sé que hay partes de mí que se han endurecido, pero también que hay otras que se han ablandado un poco. Que hay gente que se ha ido, pero que de igual forma hay también quien ha llegado.
Toca repristinar, volver a valorar cosas que antes eran motor importante de mi vida y que por algún motivo dejaron de serlo. Volver a sentirme útil, volver a respirar empatía, sentir de nuevo esa agradable paz mental de la que me fui alejando. El tiempo, algunas personas, una mala racha que se hace eterna, la hipocresía y, por qué no decirlo, también yo mismo, me fueron alejando.
Perquiriendo en mis adentros he encontrado algo que aún mantengo desde entonces, de esas cosas que aún conservo y que están tan pegadas a mí que son una parte imposible de sacar. Y mira que lo han intentado. Sigo siendo incapaz de soportar la hipocresía. A veces tengo la sensación de que ha habido momentos en los que la he traicionado, cruzando la delgada línea que la separa de la diplomacia, pero he entendido que no, que es de las pocas a las que me he mantenido fiel, y que quieren que les diga, eso me enorgullece bastante.
Cuando empezó este proyecto, esto de dedicaros un rato a vosotros, los que aún seguís leyendo estos textos que realmente no sé como llamarlos, los que, me consta, seguís esperando impaciente el día y la hora de que estas palabras que ya son más vuestras que mías -tan vuestras que habéis sido algunos de vosotros la causa principal de haber llegado hasta aquí- habéis sido el motivo principal para, a veces, sin apenas ganas, me haya sentado un rato a descansar del mundo y escribir estas líneas que, eran una pausa necesaria. Sin vosotros hace tiempo que habría dejado de estar aquí, juntando letras con más o menos suerte. Soy un hombre de hábitos y costumbres, pero a veces ha costado y he tenido que sacar fuerzas, y tiempo, para no desistir, porque sé que había alguien que me espera al otro lado.
Y entre letra y letra, entre palabra y palabra, entre desahogo y desahogo ya van cien. Cien historias, cien momentos, cien motivos, cien imágenes que han servido para que hoy, este que tienen delante, se sienta feliz y orgulloso de lo que hace, pese a la vida, pese a las palabras, pese al tiempo, pese al silencio, pese al mundo. Gracias. Continuará.