Foto. Leonor Montañés Beltrán.

Quiero que sepas que no son más que partes de la vida que sucede, que no es más que una mala racha que ya empieza a parecer eterna, que son los sueños que merodean por calles olvidadas, buscando una cama en la que meterse, y que se hacen trozos de insomnio en medianoches cabizbajas que nos invita a pensar demasiado.

Que es el mundo que arde en llamas invisibles, que es como estar en el paraíso y sentirse a la deriva…pero de verdad, no te preocupes, volveré a recorrerte con palabras, traeré de vuelta las historias y leyendas que van envejeciendo dentro de mí, que son una parte más de mis miedos y de los tuyos – de los dos, como ese nosotros que hemos sido siempre-.

Quiero que sepas, sin embargo, que todavía hay momentos en los que mis palabras sólo buscan perseguirte, que mis soledades esperan su ración diaria de ti, que sigue siendo imposible verte y no quererte, verte y no sentirte, sentirte y no evadirse de todo eso que no seas tú, de tantas cosas que saturan la cabeza.

Quiero que sepas que mis manos te seguirán buscando, aunque todavía la vida acusa su cansancio y me siguen dando miedo tantas adversidades, tantos mundanales vacíos, tantos incómodos silencios. Tienes que entender que vivo al borde del viento, que he desertado de la noche para quedarme a solas con las palabras para decirte aquí, y ahora, que no te preocupes, que esta quietud de ahora no es más que, repito, partes de la vida que sucede.

Qua hay lugares en los que la vida pinta garabatos, borrones que desordenan páginas, manchas de tinta que no son más que errores que a veces cometemos y que sirven de aprendizaje. Lugares en los que las puertas cerradas parecen sueños incumplidos, en los que el dolor es la clave para saber si es necesario resetear y empezar de nuevo y si necesitamos agudizar los sentidos para que todo se revuelva a su sitio.

Hasta que llegamos al final de los lamentos, cuando da la impresión de que no quedan abrazos ni suspiros, cuando tenemos la horrible sensación de que queda apenas poco y sin embargo nos queda tiempo, nos queda entonces la vida.

Hasta que se recuperan los momentos, yo sólo espero seguir viéndote en cada lugar distinto, en cada tiempo distinto, en cada momento distinto, aunque seamos diferentes a lo que hemos sido.