Una guerra constante
Hay una lucha encarnizada entre el corazón y la razón, entre el grito y el silencio, entre el hambre y la abundancia, entre el tiempo y el aburrimiento, entre tú y la distancia. Una lucha atroz entre el listo y el tonto, el cruel y el compasivo, la duda y la fe, el promiscuo y el santo varón.
Entre la culpa y la inocencia, entre el azul y el rojo, el blanco y el negro, lo claro y lo oscuro, entre la piel y las manos, entre la sal y el azúcar, entre el amor y la incertidumbre, entre el odio y la paz, entre la amistad y la calumnia.
Una guerra entre el hombre y el hombre, la realidad y la apariencia, la verdad y la mentira, la calma y la tempestad, la plenitud y el vacío, la soledad y la espera, la espera y la ilusión, la ilusión y la desgana.
Una pelea a muerte entre el niño y el anciano, lo diestro y lo siniestro, lo malo y lo bueno, lo que soy y lo que tengo, lo que busco y lo que encuentro…y lo que necesito.
Entre la pesadilla y el sueño, entre el perdón y el pecado, entre las flores y los fusiles, entre el cobarde y el temerario.
Hay un conflicto entre un arma y un alma, entre la muerte y la suerte, entre la letra y el anagrama, la luz y el dibujo, el cielo y las nubes, la tierra y el agua, el mediodía y la madrugada.
Entre la ausencia y el miedo, los labios y el veneno, la cama y la almohada, el llanto y la sonrisa, la tentación y tu boca, el peligro y tu boca, la pasión y tu boca, entre tu boca y el todo, entre tu boca y la nada.
Una pugna entre la edad y el espejo, entre la lealtad y el disimulo, entre lo que es y lo que pudo haber sido, entre el viento y las veletas, entre la iglesia y el catecismo, entre la gota y el vaso, entre la voz y el eco, la puerta abierta y los secretos, la libertad y la cordura, el horizonte y el abismo, la luna y la marea, los susurros y los gemidos, entre Dios y la blasfemia.
Un combate entre verte y no verte, la acritud y la dulzura, entre el sitio de donde vengo y el destino hacia el que voy, entre tenerte y que me tengas, entre tantas y tantas cosas.
Y entre tú y yo, consecuencia de un mundo que nos enfrenta a diario, que nos pone delante de verdades que sólo parecen verdades y no son más que restos de una vida escrita con faltas de ortografía y con tachones. Menos mal que existen las gomas de borrar, la confianza y el tiempo.