La mirada sobre el tresillo
Posiblemente las realidades rutinarias y pequeñas de la vida, sean las más difíciles de entender y comprender, sea un botijo o un tresillo o una conversación informal con un conocido.
Francisco Umbral, publicó, un artículo titulado El Tresillo, en el Norte de Castilla, el 27 del nueve de 1978 –nos saltamos la regla escrita o no, normativizada o no, de todo en alfabeto o todo en números al citar una fecha-.
Pero la realidad es que el observador y el pensador y el escritor y el médico y el gestor de megafondos de inversión, el lechero y el vinagrero. Todos sueñan en el fondo, no solo con su casa, "que es su castillo", sino con el tresillo, puede que tenga uno o solo un sillón o una silla. Pero todo el mundo, me atrevo a pensar, sueña con volver a su hogar-casa y sentarse en su aposento. Dirá usted con razón, que puede que alguien no tenga esa realidad en propiedad, que sea comunal –en todas las formas posibles-.
- Somos lo que es nuestro sillón-silla-tresillo.
- Existirán no solo miles de modalidades, estilos, precios, valores, formas y colores...
- Como tantos tipos de humanos según culturas y según bolsas.
Un artículo no es exactamente lo de Ruano-Umbral, un principio y final, consistente y relacionado, y en medio todo lo que quieras, porque en una morcilla dentro no se incrusta cemento, ni pegamento, ni vidrio. Y, aunque se podrían hacer morcillas que tuviesen dentro trozos de queso o de jamón o de caviar. Todavía que yo conozca no se hace.
Pero observamos como todo ser viviente, en este mundo, en este planeta siente-piensa que nos observan, -en parte, a trozos-, como es lógico. Nos observamos por dentro, por fuera, para intentar entender-comprender-racionalizar lo que somos o dónde estamos.
Tenemos que utilizar los lenguajes de las ciencias y el de las palabras, entre ambos mundos: ciencias, letras, artes, teologías y culturas. Todo esa sinfonía conforma lo que somos y como nos entendemos. El tresillo, es, al final, la consecuencia de todo lo anterior. Miles de años de acumulación de técnicas y de interpretaciones de la realidad. Siempre temerosos de una guerra que sucedió, de otra que podrá aparecer en el horizonte. Y, así, vamos caminando en estos compases de esta sinfonía entre trágica y cómica en el existir humano...
En medio algunos caramelos de alegrías, en medio algunos trozos de vinagre muy vidriosos. En medio, apenas nos conocemos, en medio apenas, conocemos a los de al lado.
Siempre intentando que no caigamos por la pendiente de la negatividad-perniciosidad-maldad. Este es nuestro gran trabajo, el oficio y la vocación, con ser enormemente importante y esenciales en la vida de un ser humano, es secundario, en relación, a no caer en el mal o en la maldad o en lo malo, como sufrientes de otros males de otros, o como causantes de males en los otros...
Percibo la jubilación, como que la sociedad-Estado me proporciona una beca, para que de ese modo, haga-construya-realice algo que pueda ser positivo para la sociedad-humanidad. Unos, tendrán que continuar sembrando tomates, otros entrarán en organizaciones filantrópicas, yo, en mi caso, creo que es redactar artículos, trozos de ensayo, pinturas en papel, viñetas. Y, con eso, me digo, además de cumplir los otros deberes de la vida. Con ello, me digo, pues, estoy intentando aportar algo a la humanidad. Le ofrezco algo a la sociedad, a cambio de ese conjunto de dinares-dineros-dólares que me reofrece a cambio.
Mientras tanto, con las pastillas que ya se van tomando a cierta edad, sentados en el sillón-tresillo-silla, de un color o de otro, de un cambio monetario o del otro. Quizás, sin quererlo nos viene a la memoria-conciencia, demasiadas cosas-realidades del pasado, serán tomadas-interpretadas-simbolizadas-recordadas, no totalmente originales en verdad-bondad-racionalidad-certeza... Percibes los aciertos y desaciertos. Posiblemente, solo recuerdas parte, que mucho sea construcción-invención-diseño. Si crees en el Buen Dios, esperas, que dentro de unos meses o años o pocas décadas, tendrás que ir a ese Tribunal-Teatro Universal y Eterno, y, ya sin engaños te comprenderás y entenderás casi todo.
Te sientas en el tresillo señor Umbral, que espero haya encontrado la Paz Eterna en el Lado Bueno de la eternidad. Porque pienso, que aunque no fuiste perfecto en esta tierra –yo, yo tampoco-, también, te mereces estar con el Buen Dios, eternamente –donde por fin, ya comprenderás la gran novela del mundo, mejor que Proust o Joyce o Kafka o Faulkner-. Paz y bien.