Corazones a la sombra
¿Qué nos ha pasado? ¿Qué veneno ha dejado esta época sombría? ¿Qué nos ha vuelto huraños, taciturnos, espectros solitarios, reacios a todo y todos?. Heridos de muerte, apáticos, más insolidarios si cabe, de lo que siempre fuimos y más tristes. Te marchas sin glorias, y dejando un camino complejo y doloroso. Suerte que no volveré a encontrarme contigo.
Lo reconozco. He tenido que rebuscar en lo más hondo de mi corazón y mi mente, de letanías carnavalescas, para encontrar el camino, para terminar este regalito de año con un mensaje que llegue al alma. Quería buscar una figura, un gesto, alguien o algo, que escondiese la bondad, la elegancia, el trabajo sombrío que nunca luce en los escenarios. Y ahí, en un reflejo, lo vi.
Colocaba en cada silla, perteneciente a cada integrante, su pito, su vasito para templar las gargantas, y algún folio con cuatro apuntes de esa última letra, que todavía no estaba cogida. Todo en silencio y con el respeto que merecía el momento. Su reconocimiento era un escenario vacío, y una marabunta de voces entre la barra y los que discutían como sería el repertorio.
Me contaba mi buen amigo Pepe Clares, que siempre era igual, un ritual donde la precisión y la entrega fueron llevadas al nivel del arte.
Persona humilde, con escasos recursos y entregada a su labor. Los grandes grupos siempre tuvieron, ese compañero, y fiel escudero. ‘El Bolea’, ’El pucherito’ o ‘El Piru’, por poner solo algún ejemplo, encarnaban esos corazones enormes, esos poetas en silencio, que solo tenían un fin. Dar lo mejor de ellos, para que nada les faltara a los demás.
Me quedo con eso. Con esa figura paternal a la sombra de todos y del propio Carnaval.
Grandes caballeros, de esta fiesta, con corazones tan grandes, que vivieron en los grises, para que los suyos brillaran en los lienzos del Carnaval.
Fue en el ensayo general del ‘Revuelo’ de Antonio Martín; mientras colocaba en cada silla con sus nombres; Catalino, Manolito Macgrego, y demás leyendas, su pito, su vasito… o fue quizás en el Pemán antes de empezar Quiñones, vendiendo libretos y cintas… o fue en la Caleta en la caballa, estando Martínez Ares en el escenario… no lo sé. El tiempo, hace que todo vague difuminado en mi mente.
Debemos buscar dentro de nosotros, en lo hondo de nuestras almas, para conseguir dar más, esforzarnos más, amar más a los que nos aman, ser mejores en los retos que nos esperan, ensayar como si fuese el último día antes del teatro.
Hasta siempre calendario que te marchas, bienvenido sea el siguiente, si consigues devolvernos todo los perdido. Felices fiestas.
“Nos queda un milagro que no lo vendemos si quieren mañana se lo contaremos”
La Milagrosa Antonio Martínez Ares
TODAS LAS PIEZAS SON NECESARIAS PARA HACER UN PUZLE.