Miles de recuerdos
Cuando la memoria se mete en el tiempo vienen hacia mí un puñado de imágenes del pasado. Imágenes que me enseñaron aquello que fui: mis dudas, mis palabras, mis silencios, mis hechos. Equivocaciones que tergiversaron mi vida y que hoy son lecciones aprendidas en mi asignatura de hombre. Aciertos también que han reafirmado luego mi condición y mis ideas. Que han sido el botón de muestra de mi forma de vida. Imágenes fugaces a veces, testigos de momentos infinitos que se me quedaron dentro ya para siempre. Recuerdos que han hecho lo que hoy soy, los versos derramados de mi vida, los párrafos escritos dentro de mi cuerpo y, justo es reconocerlos, algún que otro borrón, con más o menos importancia.
Tengo recuerdos que quisiera recordar siempre y algún que otro momento que ojalá fuera olvido, pero incluso esos son necesarios. Tengo en la memoria momentos llenos de alegría y también pedazos de tristezas, jirones de amargura que ya son cicatrices, heridas mejor o peor curadas.
Tengo noches de camas deshechas, miles de libros leídos, finales felices, labios abiertos, bocas cerradas, poemas sin acabar, incluso alguno sin empezar todavía, una luz debajo de las sábanas para leer a escondidas, playas vacías, bicicletas sin frenos, mil madrugadas arañadas por el desvelo, sitio para dos, sitio para tres, unos dedos bailando sobre la piel…
Tengo guardado también un alma en pena, el luto de un niño huérfano de padre, el coraje de mi madre enfrentándose a la vida, la luna alumbrando mi habitación, y ganas de leer, y ganas de escribir, y puestas de sol, y amaneceres y silencios que romper, y una infinidad de preguntas…
Tengo también trenes que perder, puertas cerradas, oportunidades, ventanas abiertas, detalles escondidos para sacar sonrisas, caras a las que mirar de frente, alguna que otra ignorancia y un poco de indiferencia…
Y tengo tiempo ganado, experiencias, soledades machadianas, pecados de los que no me arrepiento y besos que llevarme a la boca…
Tengo recuerdos de adioses que al final no se fueron, fragmentos de historias que ya son historia, el cuerpo mojado con agua del Leteo, palabras que en un cajón se quedaron obsoletas y ubérrimas historias que no deben contarse.