La barca de Caronte
Qué sería de los gaditanos sin el Carnaval.
Aunque algunas personas se han empeñado a lo largo del tiempo en desacreditar, estigmatizar y ridiculizar a esa extraña maraña que es el Carnaval de Cádiz, y lo que significa para los que amamos esta bendita afición. Queda claro que se fueron cayendo por si solos sin lograr su empeño.
Que complicado sería hacerles ver que la música va en los genes de nuestras benditas madres, cuando nos paren, y que se van trasmitiendo en el tiempo y generación. No habría forma de que comprendiesen que, precisamente, es lo que nos hace únicos en un mundo enorme y cada día más incierto.
La música y poesía de los vientos a veces nos llevan, otras comparten nuestro camino, nos empujan cuando caemos, nos frenan cuando queremos huir, nos hacen volar a la felicidad y alumbran muchas, muchas veces, las tinieblas. Todo mientras el barquero espera paciente; él sabe que algún día tendremos que cruzar con él.
Que me gustaría poder convencerlos, que sintieran el veneno corriendo por su cuerpo, cual antídoto, a este sinsabor constante que vivimos. Mientras, el barquero sigue cruzando. No es que tenga su bote en la Caleta, no, es que todos haremos ese camino.
Por mi parte, soy de los afortunados, de los elegidos, o quizás un loco más de los que saben, o prefieren creer, que se irá con levante flojito y que al verme el barquero dirá..... otro más que se va con sus compis. Lo voy a llevar por la parte de la Punta el Sur, que está la mar mejor y no quiero que haga un mal viaje.
Que fuerza tendrá esta bendita locura que nos hará únicos de principio a fin. Disfruten, no dejen nada de lo bueno de sus corazones, dejen que los acordes llenen sus almas y recorran el camino, como si al girar la esquina aguardase para que embarquemos con él. Vivan el murmullo del agua, saliendo de vaciante, por las posas de la Caleta, la luz, la compañía de nuestros seres queridos y, por supuesto, la música que los dioses nos regalaron. Feliz verano.
“Los gaditanos siempre pagan las dos monedas al barquero”.