Me queda aún tu ausencia
Sin ti el aire también asfixia, y el mar es entonces menos infinito, y tengo que enderezar al tiempo que vaga y malea por los momentos que dejan de serlo con tu ausencia. Tu ausencia me llena el tiempo que lento, va y viene para quedarse. Sin ti mi pecho es una hondonada dentro del cual dos silencios laten al ritmo que marca la rutina, sin ti se encienden las noches que casi son entonces eternas.
La ausencia tiembla en mis ojos y se encarama hasta tu recuerdo, porque el recuerdo no sabe de ausencias. La ausencia te echa de menos y es el sudario que cubre mi cara cuando por tu ausencia no me queda nada más que cruzarme de brazos y esperar. Esperarte allí donde el terco infinito se aleja y se hace más lejos porque tú no estás.
La ausencia es un instante que parece media vida, una música callada que sin ti se desafina, y si la ausencia eres tú tengo que reconstruirte porque es que si no tu ausencia se volvería mi enemiga.
La ausencia está siempre ahí al acecho de mi tiempo, seduciendo a los amantes, desnudando al olvido, queriendo poner tierra de por medio.
La ausencia no deja dormir, ni soñar. A veces duele, cura a veces. Por tu ausencia no he tenido más opciones que aprenderte de memoria.
Sin ti me aferro al lamento y tengo que cerrar los ojos para verte, porque cuando sucede la ausencia me queda sólo el sueño, y las ganas de ti, y la espera, y para todo eso lo mejor es verte con los ojos cerrados, o como digo soñarte, que es lo mismo.
Sin ti la noche solo es la noche, el tiempo es todo lo que nos sobra, el mar no susurra lo mismo, la ciudad parece un mundo, los poemas no tienen apellidos, las canciones no nos cuentan historias, los libros no calculan derrotas, el agua no deja huellas y el viento no tiene nada que decir y mis manos no escriben las mismas palabras.
Sin ti, todo es ausencia una ausencia que cala mi carne apaleada, que me obliga a repetir hasta la saciedad un te quiero evidente, que me señala el camino que lleva a tu sonrisa para ver si tu ausencia no la borra de tus labios.
La ausencia eres tú cuando no estás. La que me mancha de olvido, la que me trae también recuerdos de lunas en cuarto menguante. Porque sí, en la ausencia te pienso también, como en todos y cada uno de los instantes de esta vida mía que, cuando es tu ausencia, cuando se transforma en un todo sin ti, cuando simplemente no estás, me deja con esa sensación del aire que también asfixia y con un mar menos infinito.