Entre lo uno y lo otro
pueril y maduro, rastrero y digno me encuentro,
saboreando sus extremos sin llegar a tocarlos,
balanceándome cual equilibrista,
en su fino acero controlando.
Ente lo correcto y descortés,
lo absurdo y lo sensato,
lo complejo y lo sencillo me hallo,
y experimento mi yo, pero ahora sin angustia, controlando cada segundo,
y a la vez, eternamente.
Un control descontrolado,
un saber analfabeto,
un más allá cercano,
un sin mí completo.
Y aunque a veces cuesta, un equilibrio imperfecto, un san se acabó a destajo, un otra oportunidad al día, que la noche ya se pondrá de mi lado.
Un conjunto de palabras, que inspiran a algún lector en este instante.
Un yo también he vivido lo mismo, pero no supe de esa manera expresarme.
Un perdón, un arrepentimiento, un abrazo y otro beso eterno.
Un no lo volveré a hacer más, un mira que te lo dije, un ni una advertencia más.
Ni, un tres padre nuestros por lo que hiciste, un toma y daca, un dámelo que es mío, un vámonos “pa” allá, un yo me quedo que tengo frío.
Dos lagrimitas, tres abracitos, y ahora toca darte pena, luego como el hielo frío.
Una nota discordante, el tono perfecto en tu boca,
playa calmada,
tacita de plata,
y el remolino de las aguas de un río.
Así me encuentro, experimentando, controlando el descontrol de la veleta con sus vientos.
De una montaña rusa por mis venas, de buda meditando sin sufrimiento.