Los ojos que ven
Si yo rajase hoy esta piel tan curtida que me envuelve, si abriese en canal el alma a la que tantas veces pongo como excusa de la cosas que hago, que digo, o que incluso siento. Si yo entonces me mostrase por dentro, como alguna vez hice, quizás te vieses como yo te veo. Así, sin filtros, con la razón de la sinrazón. Quizás entonces te llevarías más de una sorpresa.
Es un riesgo mirar con el alma, porque el alma a veces se deja llevar, se muestra tal y como es y eso a veces se usa en contra del que se desnuda, del que se deja la piel en el camino. Es un riesgo también porque esa forma de mirar, y por tanto de ver, parece necia.
En esta ataraxia, con la que ahora mismo respiro y vivo, he comprendido la diferencia entre mirar y solamente ver, he comprendido alguna cosa que antes, empañada la mirada con la luz del alma, no veía. La luz del alma, de las entrañas, que hace a veces sombras en esta caverna platoniana que es la vida. Porque esa luz, tan alabada por todos, como si esa forma de sentir fuera el nirvana, esconde a veces defectos y enseña algunas cosas que no dejan de ser superfluas.
Estoy seguro que la razón es más dura, porque deja ver el hilomorfismo que, indudablemente, es inherente a todo lo que nos rodea, y lo que no. Y la razón me dice que la materia del ser humano es la sangre y los huesos. La materia, la naturaleza, aquello de lo que el hombre está hecho. Hueso eres, o polvo y en hueso o polvo te convertirás. Así, igual que si una mesa se destruyese, solo sería madera, el hombre cuando se destruye solo es huesos, su materia primera.
La forma es aquello en lo que esa sustancia primera se muestra, y eso varía mucho de una persona a otra. Los hay buenos y malos, guapos y feos, blancos o negros…todos personas con diferente forma, pero todos personas. Pero también hay diferencia de forma en el interior, cada uno, en sus adentros, tiene distinta ralea, distintos sentimientos, distintas formas de pensar.
Por eso es malo abrirse en canal, porque todo depende de los ojos, de la mirada interior de la persona que observa y, me reitero, cada uno es como vino al mundo, y el malo ve lo malo y esconde lo bueno…y viceversa.