Hoy Martes Santo sacaremos al Señor del Huerto
La blanca pared de la Iglesia de la Pastora serviría de nuevo para comprobar las alturas de los hombres y designar donde amarrarían los cargadores del Señor del Huerto. Aquella misma pared que usara durante años el capataz Perico Sánchez cada Martes Santo desde casi la primera salida procesional.
El Padre Luís había terminado la misa de la Hermandad y parece que hoy tenía menos prisa que de costumbre. Se le veía contento y exhortó a los cofrades a realizar una verdadera Estación de Penitencia, sin olvidar unas palabras de apoyo para los cargadores. No puede disimular que los aprecia.
Alfonso Luque con su Comisión de Cuadrillas a cuestas avisó que se había caído uno de las listas, que a última hora en el taller había entrado un trabajo inesperado y que había que sacarlo como fuera, pero que estaba localizando a otro para cubrir el hueco. Lo de siempre, la vida laboral se interponía entre el deseo del cargador y la realidad de la vida cotidiana.
La frase repetida cada año volvió a oírse en aquel rincón enmarcado entre la pared y la artesanal cruz de hierro forjada: ¡Señores, vamos a nombrar al personal!
Un movimiento de hombres con almohadas bajo los brazos se aproximaron entre charlas y risas. Los rostros lo decían todo a medio camino entre la ilusión y la responsabilidad.
–Buenas tardes. Hoy Martes Santo sacaremos al Señor del Huerto con oficio. Y va a ir como lo hemos hecho los últimos años, con poderío, que se le vea venir con su andar portentoso… – arengó el capataz.
Un murmullo de asentimiento salió de la cuadrilla que fue apagado por el repicar de las campanas pastoreñas.
–Empezamos por los largos: Saúl, Narci, Valverde, Umbría, Velo, Murcia, Morano… –recitó el capataz–. A ver tú, cámbiate y ponte en la banda. Vale, amarrando como he nombrado.
–Quillo, irse para dentro que a las dos cierran la iglesia –les apremió Manolo Posada repartiéndoles los turnos de remúa, o como se dice ahora, los turnos de refresco.
El capataz siguió nombrando los palos. Casi todos eran veteranos. Era raro que uno nuevo pudiera entrar. Un hueco en el Huerto está más cotizado que la Bolsa de Nueva York. ¿O habría que decir de Shanghái?
–Los hermanos Pérez Barrionuevo, el Madriles, Luis Azcárate, Cerezo, Nono, Chuli, Manolo Sandubete, Rivilla, los Franzones, Moi…
Luego los que aguantan atrás a los Dormilones: Isaías, el Jartible, Paco Gómez Bañas, Dani Brenes, Juanelo…
–Que Juanelo está con el camión, me dijo que avisara que le dejes el hueco, que ya vendrá él a amarrar antes de la salida –dijo un cargador.
–Ya lo sé, como todos los años. Que no se preocupe y amarre por la tarde. Y que tenga cuidado con el camión… Listo, ya está nombrada la cuadrilla, Manolo, vamos dentro a ver cómo está los amarres.
El Cristo impresionante sobre su paso llenaba el templo. Su figura recortada sobre el verde del olivo nos retrotraía a un Getsemaní de dos mil años atrás. Los cargadores se persignaban antes de levantar las caídas y meterse debajo a amarrar.
–Manolo, vamos a tomarnos una cervecita en el Naca antes de irnos para casa a comer, que tenemos faena esta tarde, nada menos que sacar el Señor del Huerto.
(Extraído del Diario del Capataz del Señor del Huerto. Martes Santo de 2021)