Hostal Sala Muelle
A principios del 2017 se inauguró en San Fernando un local que, supuestamente, contaba con licencia de hostal-pensión. Sin embargo, la publicidad y las ofertas de fiestas en su local no se correspondían con dicha actividad.
Desde que “Sala Muelle” echó a andar, en la calle siempre se ha sabido de sus verdaderas intenciones, un prostíbulo con todas sus letras. ¿Quién no ha escuchado de intrépidos aventureros que han pasado alguna que otra noche en ese establecimiento? Seguro que no buscaban conciliar el sueño.
Nuestra alcaldesa está en contra de este negocio, y casi consigue cerrarlo, pero el cambio de licencia lo está impidiendo. Pero me pregunto, ¿es la única forma de cerrar locales de este calibre? Por supuesto que no.
En nuestra ciudad, por desgracia, ya teníamos a la archiconocida “Sala Club Bahía”. Es decir, ya contábamos con un lugar donde: “dejar embarcar tus fantasías”. ¿Y se inaugura una segunda? Si eso es así, y ambos coexisten bien, es porque tienen clientela.
Cuando en la televisión algún programa daña la sensibilidad del público se hace boicot a las marcas que patrocinan al susodicho. ¿Por qué la gente no deja de consumir voluntad humana? ¿Acaso van porque el servicio de hostelería es mejor que en otros lugares?
Es una pena que exista una gran demanda para estos negocios. No creo que toda la culpa sean de las leyes, las cuales tienen sus huecos para que empresarios hagan sus trampas, sino también por parte del público que asiste a estos lugares.
No existe tanta sensibilidad como para erradicar ciertos vicios sociales, y para nada la mala publicidad; ni las noticias de su posible cierre; han desbancado la popularidad del local. ¿Acaso es esto un yacimiento de mercado beneficioso? Si así es, es una lástima.
Exceptuando la nula correlación entre la licencia y lo que allí se ejerce, las opiniones por internet y la falta de un número de reservas de habitaciones, nuestros paisanos siguen yendo y no va a parar de hacerlo.
Hay quienes piensan que negocio cerrado, nuevos demandantes de empleo. ¿Pero y las personas que están obligadas? ¿Acaso todos los trabajadores y trabajadoras están por decisión propia? Desde luego nadie se ha manifestado aún, pero estaría bien saberlo.
Como todo en esta vida, hay que evolucionar, pero no todos lo hacen. Esto es semejante a la tauromaquia, las salas de apuestas y demás. No digo que vivamos en una sociedad con prohibiciones y rectitud absoluta, pero si puede ser sin someter a ningún ser vivo, mejor que mejor.