Bonita está la mañana
“Bonita está la mañana,
bonito el mes de febrero,
el coro sigue bajando
por esa calle La Libertad...”
Así comenzaba el tango del coro “De cada gaditano” y que resumía un día de carrusel en La Plaza. Si además de ser el inicio del carrusel, es el carrusel del domingo de piñata, pues lo hace aún más especial. Que, dicho sea de paso, debería volver el motivo del nombre “Domingo de Piñata”. Para aquellos que no lo sepan, hasta los primeros años de la democracia, se colocaban piñatas llenas de caramelos y chucherías, en plazas emblemáticas de la ciudad como lo son San Antonio y San Juan de Dios.
Este día es un cúmulo de sensaciones, que en este caso os lo describo según mi experiencia como corista. Evidentemente cada uno lo vive de distinta manera, aunque me imagino que todos de una manera muy especial.
El último día, después de casi 10 días seguidos cantando en carruseles, concursos y diversas actuaciones, se llega al último día con mucho cansancio acumulado. Pero aún así, se sacan las fuerzas de donde no las hay, para darlo todo y poder despedirte oficialmente de este carnaval 2019 que acaba de irse.
Mientras va avanzando el carrusel, se mezclan las emociones. Por un lado, como siempre, estas muy feliz por estar cantando a la gente y disfrutando de un nuevo carrusel. Pero por otro lado, te vas dando cuenta a medida que va avanzando... se está acabando el carrusel, y con este, el carnaval de este año.
Termina el carrusel, como manda la tradición corista, y nos disponemos al entierro del tango. Para los que no sepan en qué consiste: las voces del coro se bajan de la batea, y la orquesta permanece y toca el tango con la falseta incluida. Escuchar musicalmente tu tango, después de tantas veces que lo has cantado, y en ese preciso momento que estás despidiéndote de todo esto … no sé a los demás, pero a mí me pone los vellos de punta y me suele emocionar muchísimo. Luego, las voces hacen lo propio cantando a capela, ya sea el tango u otra parte del repertorio. No existen palabras para describir ese momento.
Una vez que el entierro del tango acaba, llueven miles de abrazos, besos, lágrimas...tanto de los compañeros que han estado contigo, como de los familiares que han acompañado todo el carnaval arropándote como nadie sabe hacerlo. Emoción en su estado más puro.
De vuelta a casa, el componente tiene la sensación que una vez que ya ha acabado el carnaval, va a volver a la soledad del día a día y que, después de estar rodeado de tanta gente durante tantos meses, vas a volver a tu soledad, vas a volver a tu mundo y a tu realidad, sobre todo después de los días tan intensos que has vivido en la semana de carnaval. Seguramente al día siguiente, ya vas a empezar a echar de menos a todos aquellos que han compartido contigo tantos buenos momentos.
Y no podía acabar con otro tango, con el que empecé:
“... y seguirá cantando
porque ya sabe que allí se acaba,
cerquita de La Bombilla.
Qué mala suerte, qué mala suerte
no fuera siempre
de mañanita para empezar. “
Cuando acabas el último día, tiene aún más sentido el final de ese tango. Que todos desearíamos que volviese a empezar de nuevo el carrusel y seguir cantando.
No soy supersticioso, pero esta es la semana número 13 que escribo en mi sección Lunes de Resaca, y a los que me leéis, os tengo que dar una mala noticia. Cuando empecé, os prometí que os escribiría cada lunes, como hasta ahora he cumplido. Voy a seguir escribiendo en esta sección, pero no va a ser semanalmente. Ya que se ha terminado el carnaval escribiré un artículo mensualmente en esta columna, pero además voy retomar las entrevistas que inicié con Federico Gavilán. Con lo cual tendréis artículo de opinión o entrevista cada dos lunes.
¡Hasta el lunes 25!