Se siente nostalgia constante
Así comenzaba un pasodoble que pertenecía a “Los beduinos”, aunque lo hizo durante la gira que tuvo por Madrid. Hoy, día 31 de diciembre todos sentimos nostalgia por los que no nos acompañan mientras que nos comemos las uvas un año más.
No quería despedir el año sin desear que se cumplan todos vuestros objetivos para este 2019 que arranca ya mismo. Tampoco quería olvidarme de hacerle un pequeño homenaje a quien en este 2018, cumplía 100 años desde su nacimiento, Paco Alba.
Francisco José María del Sagrado Corazón de Jesús Alba Medina, que nacía en Conil de la Frontera un 23 de abril de 1918. Hijo de Francisco Alba Romero y Josefa Medina Zara (Zahara en el registro civil), siendo el pequeño de seis hermanos.
Su padre, se encargaba de limpiar los nichos del cementerio, era representante de velas, lápidas, máquinas de coser y escribía letrillas para las murgas que salían por aquel entonces en Conil. Ejercía de sacristán en la parroquia del pueblo y tocaba de vez en cuando, el armónium en celebraciones litúrgicas. Junto con sus dos tíos y sus cinco hermanos formaban casi al completo la banda de música del pueblo. La dirigía uno de sus tíos y existió hasta casi el final de la República. Prácticamente toda la familia conocía el solfeo, aunque de forma rudimentaria y elemental, “a palo seco” como comentaba él.
Al fallecer su padre, cuando contaba apenas con cuatro años de edad, en los alrededores del cementerio plantó una palmera que aún existe. A su madre, le pusieron un despacho de pan, pero en pocos años debido a las necesidades, tuvo que cerrarlo. De esta manera, se plantean venirse a Cádiz, cuando Paco contaba con ocho años de edad. A los once años ya era alumno aventajado en la escuela primaria y se hizo monaguillo de la parroquia de San Lorenzo, para ayudar en casa. Por entonces, le daban un real, una taza de café y un panecillo.
A los trece años, comenzó a trabajar en la fábrica de bombones Eureka, donde pasó casi toda su juventud y también formó parte de la banda de música de Educación y Descanso y de la Filarmónica gaditana tocando el clarinete. Ya aprovechaba las composiciones musicales para ponerle letrillas de su cosecha.
En 1934, ya asistía como espectador a los ensayos del coro de 1935 “Los cuentos de Calleja”, en el que finalmente salió de enanito del bosque.
Antes de cumplir los veinte años comenzó a quedarse calvo y le quedó algo de complejo, es por eso que empezó a usar un sombrero o “mascota” que tan popular le haría más tarde.
Ya en los años cuarenta, formó pareja con otro compañero cantando canciones folclóricas, principalmente mejicanas. Al alistarse su compañero en la División Azul, se disolvió el dúo. También formó parte de un quinteto denominado “Los Fernández”, con sus excéntricos personajes “Rico” y “Michelín”, con el que recorrió gran parte de Andalucía. Lo abandonó tras el fallecimiento de su hermana. Cuando iba a reincorporarse al grupo, recibió la noticia que había sido admitido en Astilleros.
En un principio, trabajó para la reparación de vagones de ferrocarril como ayudante de carpintero, desempeñando después las labores de listero y técnico de organización. Aprovechaba los ratos libres para componer letrillas. Sus compañeros de trabajo fueron los que lo llevaron a Francisco Patrón Quisirán. Tanto le gustó, que le encargó la letra y la música de la agrupación que iba a dirigir ese año…” Los vendedores de marisco” con el que se estrena como autor en 1953. A partir de ahí, su obra carnavalesca ya todos o casi todos la conocéis.
Algunas de sus últimas palabras públicamente fueron…” he sido un pierrot toda mi vida que tuvo la desgracia de haberle visto siempre la cara triste a la fiesta”, “cualquiera sabe lo que es uno en este continuo carnaval”, y a los que le acusaron de oportunismo en los años sesenta les decía…” tengo guardada una pluma de oro para cuando llegue la democracia”. No pudo ser.
Este es el inicio de una recopilación que tenía mi padre sobre la vida y obra de Paco Alba, que pronunció en más de una charla carnavalesca. Sus fuentes fueron escritos de Miguel Villanueva Iradi, José López Prats, del Diario de Cádiz y había también de su propia cosecha. Volviendo al pasodoble, se siente nostalgia constante… como siento nostalgia de no tenerte a mi lado papá. Felicítalo por su centenario de mi parte y entónale ese pasodoble que tanto te gustaba… No es que la luna tenga luz de plata…