Hace un par de meses encontré por casualidad la pequeña lista de propósitos para el 2018, que escribí a finales del año pasado. Volví a leerla y reconozco que no lo hacía desde que la creé y que no recordaba ni donde se encontraba guardada y me alegró saber que he podido cumplir  increíblemente todo lo que me propuse. Ha sido un año muy duro, y lleno de cambios.  He vuelto a cumplir objetivos propios de realización personal, he disfrutado todo lo que he podido con mis seres queridos, y he seguido celebrando fechas llenas de amor.  Ya tengo calentando motores mi agenda para el 2019 y pienso llenarla de citas llenas de trabajo, viajes y momentos dichosos, de felices fechas.

Estoy especialmente contenta estos días, disfruto de todo lo que los sentidos me regalan a cada paso, del olor a chocolate con churros mientras paseo y ojeo escaparates, de los villancicos que escucho cuando me sumerjo en la multitud de San Rafael y Rosario, de la majestuosidad de la calle Real engalanada y elegante, del brillo tan lleno de vida en los ojos de cada persona que intenta empaparse del espíritu navideño pese a que faltan tantos en la mesa, de hacer y seguir creando momentos llenos de sonrisas en las personas que aman y que les rodean.

Las fechas felices están llenas de momentos para recordar y anclar en la memoria, de saber apreciar lo que te conecta a este mundo en cada sorbo de la taza de café que disfrutas, en lo simple se encuentra la grandeza de tu alma. En agradecer cada latido del corazón, y hacerle una reverencia al universo.

Las calles están llenas de luces, con ese brillo especial que se te mete dentro y que te hace sentir la ilusión que se nota en cada esquina, en la que un niño sonríe sin saber que forma parte de una tradición llena de reuniones familiares que está creando su propia historia,  bufandas que se abrazan, turrones y zapatos ordenados una noche especial.

Recuerda que los mejores regalos que podemos hacer no vienen envueltos en papel de colores, pero si te decides a envolver para regalar, hazle siempre un guiño al pequeño comercio isleño, que necesita nuestro apoyo y cariño siempre pero sobre todo en fechas tan señaladas.

Y desde aquí felicitaros las fiestas, con el café que me hizo más feliz de toda la Real Isla de León. Un primer premio de nuevo para nuestra preciosa y luchadora ciudad. Prometo volver, porque siempre regreso a lo que me llena de felicidad.