El chalecito podemita
Nunca antes la compra de una vivienda había generado tanto revuelo, y mira que nuestros políticos son de gustos caros. Pocos, o ninguno, son de ir al Mercadona a hacer la compra del mes, de ir al Primark a comprarse la ropa, o de ir al cine como un lujo caro de fin de semana.
Tampoco es que me los vea comiendo en restaurantes de comida rápida, alojándose en hostales cuando tienen que irse a fuera a trabajar, o haciendo una colecta entre todos para echarle gasolina al coche que comparten para desplazarse. Está muy bien, al principio, ir de progresista en bicicleta al trabajo, o usar mochilas y trajes baratos para destacar de los que visten de alta costura y usan maletines de cuero auténtico.
El problema está en el político de turno que intenta, además de ser político, ejemplo de una clase a la que dice representar. Tú puedes ejercer de profesor en cualquier instituto; pero ejercer de profesor intentando inculcar a tus alumnos la injusticia del sistema educativo, y demostrando que los exámenes no merecen la pena evaluando de otra manera distinta, es otro caso.
Pues Pablo Iglesias y los suyos, que llegaron como políticos representativos de la clase desfavorecida por el capital, se han ido desvirtuando con el paso del tiempo y al final se han quedado en políticos de ideología de izquierdas, punto. El postureo de usar mochilas, en vez de maletines, el usar camisas, en vez de trajes, y levantar el puño en señal de protesta, en vez de abuchear, han perdido el sentido tras sus últimas actuaciones.
Ya no sólo me refiero al chalet, si no a que empiezan a sufrir lagunas mentales como el resto de la casta que decían criticar. El tweet contra De Guindos parece caer en saco roto, al igual que sus declaraciones sobre la renovación de candidaturas para liderar listas electorales cada cierto tiempo y los tejemanejes internos que han hecho dudar sobre la participación activa del partido.
Parece que han pasado muchos años de la irrupción de Podemos en el mundo político, y tan sólo hace cuatro años que votamos al Parlamento Europeo. Si hubiera un espejo mágico donde se vieran cara a cara los dos Podemos, vemos un cambio abismal entre unos y otros.
No obstante, no estoy aquí para opinar sobre eso. Me gustaría hacer una reflexión sobre las líneas que marcan lo lógico de lo absurdo. No voy a entrar a criticar en lo que se gaste uno el dinero, los hay quienes se lo gastan en alcohol y putas y ahí siguen, pero si de verdad te importa la clase obrera… ¿No era mejor comprar un chalet más normalito?
Necesito ir al trabajo en coche porque estoy cansado de ir en transporte público. Lo gano bien y creo que un coche de gama media me soluciona los problemas y no me desconecta de la clase trabajadora… Pero no, como puedo, me compro un Lamborghini y a la clase trabajadora que le den por culo.
Sé que es un ejemplo estúpido, pero sirve para transmitir mi opinión al respecto. No me parece mal que Pablo e Irene quieran tener una casa mejor para criar a su familia, pero dentro del espectro que hay entre su antigua vivienda y la actual… Había para elegir una más acorde con tu ideología… ¿no?
Es cierto que se han ganado el dinero honradamente y que los comunistas no tenemos voto de pobreza, pero creo que dentro de eso está la lógica de evitar los excesos y los lujos caprichosos cual futbolista de élite.
Pepe Mujica realizó un buen papel de ejemplaridad siendo el denominado “presidente pobre”, que después se supo que patrimonio tiene el hombre, pero sin comparación con otros presidentes del mundo. Y aun teniendo patrimonio, supo dar esa imagen que inspiró a tantos. Que me digan ahora los dos dirigentes de Podemos si siguen sirviendo de ejemplo para los de abajo.
La avaricia es mala, que se lo digan al resto de partidos a favor del capitalismo que a nadie sorprenden con sus derroches económicos. Ahora nos vienen estos dos, donde muchos de la calle les brindaron la confianza para ser su persona ejemplar. Y seguirán Irene y Pablo diciendo que son los mismos, pero con muchos metros cuadrados innecesarios para hacer una vida de “proletariado”, una vida irreal a las de sus votantes.
Creo que la muerte de un político viene cuando este se aleja de las calles y de su gente. Cuando para ellos un día gris es un día donde están cansados de reunirse con colectivos y de viajar de un lado para otro… Para un ciudadano de a pie un día gris eshartarse de buscar empleo y que siempre lo rechacen, o que se tengan que levantar a las seis de la mañana para poner ladrillos y no poder pedir la baja por enfermedad por miedo al despido y que por mucho que gane, no le sobrará jamás dinero para comprarse un chalet de lujo.