Benditas coplas Eternas
Me sucede muy a menudo; intento recordar, quien fue el primer premio hace tres o cuatro años y no soy capaza de hacerlo. Qué curioso; es increíble la evolución del carnaval en este aspecto, con repertorios tan malos, que, al cabo de un margen muy corto de tiempo, no recuerda ni el tato, a no ser excepciones muy puntuales.
Sin duda, el enfoque más abierto, queriendo abarcar muchos frentes, hace bueno el dicho de quién mucho abarca poco aprieta. Es, en esta nebulosa que se meten los autores, donde los repertorios mueren. Muchas veces demasiados inteligentes, otras veces llenos de retales que forman una maraña infumable, y otras veces simplemente porque no dicen nada directamente. Y ojo, esto lo dice una persona como yo, que no he sido capaz de rimar una letra, y puedo pecar de derrotista. Quizás, no lo sé.
Es tan sencillo; Recordar una época, donde lejos de montajes, espectáculos, televisiones, parafernalias , y demás complementos que nada aportan, bastaba con tener la radio, con un tenedor en la antena, para viajar hasta el oasis de Hombres azules, compartir la celda de entre rejas, navegar hasta la ribera del puerto con aquellas maravillas en forma de comparsas, sentirte un Indiota, montando su caseta en la mismita caleta, montarte en el tiovivo de caballos que subían y bajaban al compás de tangos eternos, o formar parte de la clase de señorita Maribel.
Como yo, muchos echan de menos esas coplas, las del poeta del pueblo, que si fuesen cantadas hoy, pasarían por encima de cualquier repertorio actual. Eternos Pedro Romero, Enrique Villegas, Delicias al oído, en forma de pasodobles, piropos, críticas, letras valientes……. Hoy es tan sencillo.
Se sale del tiesto, esta columna, lo sé. Pero hay algo, muy dentro de los aficionados, que los hacen cantar coplas “antiguas” repertorios que no requieren descifrar acordes en novena, ni en sexta. Les basta con la cadencia andaluza, para brillar con luz propia a base de calidad. Coplas que vencieron el desgaste de años de coplas que vinieron, que vencieron a la muerte pasando de una generación a otra.
Benditas coplas, termómetro y diario cantado, para inmortalizar una ciudad y una provincia trimilenaria, benditas coplas, que nunca caerán en el olvido.