Cartelera Cines Plaza, semana del 19 al 15 de junio
“BAYWATCH: LOS VIGILANTES DE LA PLAYA” (Puntuación 5)
He de reconocer que el film es muy básico, demasiado plano, una glorificación grotesca del culto al cuerpo con diálogos infantiles que a menudo llegan a sonrojar. Las situaciones que nos muestran resultan tan trilladas y faltas de imaginación que el guión parece escrito por un niño de primaria, amén de mostrarnos unos personajes unidimensionales y estereotipados.
Pero mi percepción de la película cambia cuando recuerdo que la serie en la que estaba basada no era precisamente una maravilla, más bien un horror a ratos entretenido. Por lo tanto, como no se le pueden pedir peras al olmo, dejé de lado los prejuicios e intenté disfrutar de la función…
“Baywatch”, en el fondo, no deja de ser un producto tontorrón pero que acaba entreteniendo aunque solo sea por lástima. Con algunos momentos verdaderamente divertidos y el carisma de Dwayne Johnson ya basta para cubrir expediente.
No pasará a la historia, claro está, pero tampoco es peor que cualquier otro producto actual que busca ese tipo de público joven y poco exigente, además posee la sana actitud de no tomarse en serio, lo cual es de agradecer.
“SEÑOR, DAME PACIENCIA” (Puntuación 1)
Álvaro Díaz Lorenzo, en calidad de director y guionista, es el máximo responsable de perpetrar uno de los despropósitos más lamentables del cine español reciente.
“Señor, dame paciencia” es un descalabro, una presunta comedia que no hace reír y que utiliza a lo largo de su interminable metraje –y eso que apenas llega a la hora y media- una retahíla de trasnochados gags impropios de un film acorde a la España actual.
A estas alturas no podemos recurrir a chascarrillos facilones sobre negros, gays, vascos, catalanes y fachas. La bochornosa falta de gracia e imaginación del tal Díaz Lorenzo está a la altura de una ochentera cinta de gasolinera con chistes de Arévalo.
Un film puede ser malo, que éste lo es y mucho, pero “Señor, dame paciencia” se sumerge en el ridículo más indignante… una sonrojante galería de los horrores patrios. Y poco pueden hacer los buenos actores que pululan por la pantalla, recordándonos aquello de “lo que hay que hacer para comer”…