Iris violeta
Las mujeres de la Asociación Ve-la luz el día 6 de febrero plantan cara y presentan los puntos a incluir en el Pacto de Estado contra la violencia de género. 25 puntos claros concisos y contundentes sin matices que difuminen la realidad o la distorsionen en buenas intenciones que acaben en papel mojado.
Ellas lo han conseguido con una huelga de hambre en plena Gran Vía que finalizó ayer tras un mes de visualización y vindicación. Visualizar un problema que a día de hoy lleva mayor número de víctimas que cualquier otro en este país. Un país que se conmociona ante un golpe no intencionado al niño Torres y le dedica muchos minutos en prime time y ante golpes intencionados y mortales se añaden a una fría estadística con apenas unos segundos en las noticias. Vindicar una situación que sufren muchas mujeres o todas las mujeres en mayor o menor medidas. No, no me equivoqué no es 25 de noviembre lo sé… pero en la pirámide de las desigualdades la violencia de género es la cima, en su base se asientan todas y cada una de desigualdades que la sustentan, esas que hoy queremos vindicar.
Las desigualdades existen y están presentes en esta sociedad, en el día a día, en las carreras para conciliar, en el apoyo de las abuelas, en los tiempos sacrificados, en conciencias culpables que siguen machacándonos por mucho que lo neguemos, el en alto precio a pagar por ser diferentes a los cánones establecidos, en las diferencias salariales, en la escasa voz pública de mujeres feministas, porque ser mujer a día de hoy sigue siendo una carrera de obstáculos a superar cada día.
Así que hoy 8 de marzo me acuerdo de mis compañeras de viaje, las que contribuyen a eliminar obstáculos con su esfuerzo diario, las que no dudan en gritar alto soy feminista y tú lo serías si supieras que significa, y también a mis compañeros de viaje, esos que no se ocultan que creen en la igualdad como principio de vida, aquellos que desde siempre entendieron que la coeducación es el camino, un camino compartido a igual ritmo y tiempo.
Y a las que vienen detrás pisando fuerte, con las orejas y los ojos bien abiertos que no le hacen falta gafas violetas porque su iris ya lo es.
Virgina Barrera