Meningitis
¿En qué consiste?
La meningitis es una enfermedad que se caracteriza por la inflamación de unas membranas, las meninges, que recubren el cerebro y la médula espinal. Esta inflamación se produce habitualmente tras una infección por virus o bacterias que alcanzan el sistema nervioso, aunque existen otra serie de gérmenes, o incluso algunos fármacos, que también pueden ocasionarla.
El cerebro se encuentra rodeado por estas meninges y entre ellas existe un líquido, el líquido cefalorraquídeo, que, en las meningitis, se encuentra alterado debido a la llegada de células (leucocitos) y elementos inflamatorios que actúan como “defensas” frente a la infección.
¿Cuáles son los síntomas?
Las manifestaciones clínicas de las meningitis pueden variar en función de la edad y de la causa de las mismas. En lactantes y niños menores de 1-2 años van a predominar síntomas poco específicos como irritabilidad, fiebre, rechazo de las tomas, vómitos, decaimiento o tendencia al sueño.
En los niños de mayor edad y los adultos, se suele manifestar con dolor de cabeza, vómitos, molestias con la luz, fiebre y a la exploración se puede encontrar rigidez a la movilización del cuello, aunque no siempre. Algunos tipos de meningitis se acompañan de lesiones rojo violáceas en la piel, que pueden aparecer en forma de pequeños puntos (petequias), que no desaparecen al presionarlas y que aumentan de tamaño paulatinamente. Ante la presencia de este tipo de lesiones en la piel en un niño o adulto febril siempre se debe acudir de forma urgente a un centro sanitario.
¿Qué tipos de gérmenes pueden causar meningitis?
En nuestro medio, los gérmenes más frecuentes que ocasionan meningitis bacterianas son el neumococo, el meningococo (serotipos B y C), Haemophilus y algunos tipos de estreptococo. Dentro de las causas virales destaca entre todos el enterovirus, siendo el germen más frecuente de manera global y que característicamente aparece en brotes epidémicos a lo largo del año.
¿Cómo se puede prevenir?
La mejor estrategia de tratamiento de la meningitis es su prevención. Desde la inclusión en el calendario de las vacunas frente al meningococo C, Haemophilus y, en algunas comunidades autónomas, el neumococo, se ha producido un descenso muy marcado del número de meningitis producidas por estas bacterias. Además, desde hace poco tiempo se encuentra disponible una vacuna contra el meningococo del grupo B.
¿Cómo se diagnostica la meningitis?
Junto al estudio y cultivo de la sangre, en la mayoría de los casos se realizará una punción en la zona lumbar de la espalda (punción lumbar) para obtener una muestra de líquido cefalorraquídeo y poder confirmar que existe una inflamación meníngea. De igual modo, la extracción de este líquido permite conocer, mediante cultivos y otras técnicas, el tipo de germen que ha ocasionado la meningitis (virus o bacteria). Es poco frecuente que la realización de una punción lumbar ocasione complicaciones más allá de las molestias que supone la propia prueba.
¿Cómo se trata?
El tratamiento principal de las meningitis bacterianas son los antibióticos intravenosos, que deben administrarse de forma precoz. Las meningitis virales no precisan de tratamiento antibiótico y se resuelven de manera espontánea en una serie de días.
¿Qué pronóstico tiene?
Habitualmente el término meningitis genera una gran ansiedad en los pacientes y familiares, y siempre se tiende a pensar en una enfermedad muy grave. Sin embargo, la severidad y el pronóstico de esta enfermedad varían en gran medida en función de la causa. La meningitis bacteriana es una enfermedad potencialmente grave y que puede ocasionar secuelas importantes e incluso el fallecimiento. En algunos casos aparece sordera tras una meningitis, por lo que resulta importante una valoración posterior.
Sin embargo, las meningitis virales, que suponen la mayoría de meningitis, evolucionan favorablemente y las secuelas son excepcionales.
¿Qué hay que hacer si se ha estado en contacto con un enfermo?
Si el caso de meningitis con el que se ha tenido contacto es de causa vírica, no hace falta tomar ninguna medida preventiva especial.
En los casos de meningitis bacterianas contagiosas (meningococo especialmente), los contactos más íntimos de los enfermos deberán tomar un medicamento preventivo (rifampicina) durante pocos días.
En estos casos, como en muchos otros, lo más sensato y eficaz es seguir los consejos de los responsables sanitarios oficiales.