La salud en La Carraca a principios del XIX
La segunda y última jornada organizada por el bicentenario de la muerte de Francisco de Miranda comenzó con la intervención del académico Juan Manuel García-Cubillana.
Y conforme a su área -la medicina- disertó el coronel en torno a la enfermedad y muerte de Miranda desde la perspectiva científica. No solo se centró en sus características físicas, sino también en el contexto espacio-temporal, en el concepto de la sanidad en el antiguo hospital de La Carraca cuyo espacio ocupa hoy el Cuartel de Marinería y donde el especialista ha llegado a contabilizar hasta 540 fallecidos solo en 1800, con motivo de un brote de fiebre amarilla.
"Esto, unido a la putrefacción de las aguas, a la escasa salubridad que hasta ese momento había rodeado a los enterramientos depara en constantes males que asolaban a la población", indicó Cubillana antes de hacer un repaso exhaustivo por los 'ahoguíos', 'quebrancias' y, en definitiva, toda la jerga médica que figura en los documentos de la época. En contraposición expuso el ponente las circunstancias de "una medicina poco o nada evolucionada desde época clásica y que no daría el salto hasta mediados del XIX".
Situados los oyentes dio un repaso al semblante de Miranda, quien según los documentos "medía más de 1,80 -nada usual en aquel momento- además de ser bien parecido y no pasar desapercibido en público por su elegancia natural". También habló de sus hábitos alimenticios, resaltando su debilidad por los arenques y los helados, así como su carácter dinámico y actividad sexual pues según parece "compartió lecho con más de 200 mujeres". Cubillana destacó asimismo sus intereses culturales, entre los cuales se encontraba la medicina, llegando a integrar en su biblioteca libros prohibidos que lo convirtieron en un hombre muy buscado por la Inquisición. "Sufrió de migraña, sinusitis, depresión, e incluso desnutrición desde su arresto en Venezuela".
Pero... "¿dónde se enterró?" La segunda parte de la ponencia giró precisamente en torno a esta cuestión tan controvertida desde los años ochenta ya que "sus biógrafos ubican el enterramiento de Miranda en la parte trasera de la antigua iglesia, en activo hasta la inauguración de la nueva en 1791". Es compleja esta versión según el conferenciante porque debido a la alta mortandad que causó la fiebre amarilla a principios del siglo XIX, comenzó -por fin- a cumplirse la Real Cédula promulgada por Carlos III décadas antes para evitar inhumaciones dentro de los templos o en zonas urbanas por razones de salud. Esto quiere decir que "cuando Miranda fallece en 1816 ya están los camposantos extramuros a pleno rendimiento" como demuestran los planos aportados por el coronel durante su intervención.
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