(XVI) La Isla y las Hermandades del Jueves Santo
La primera vez que tuve la ocasión de ver y tocar a un penitente de cerca tenía 5 ó 6 años. Y tan de cerca sucedió que se trataba de mi propio y querido padre en mi propia casa.
Mi padre era hermano de la hermandad de la Expiración, hermandad que me trae aquel recuerdo porque es la que pasa en cuarto lugar el Jueves Santo por la Carrera Oficial; siguiendo la trayectoria de estos artículos.
No obstante antes de continuar debo decir también, que todavía conservo en mi retina la figura de mi padre vestido de penitente cuán alto era más el añadido del capirote. Y por otra parte, el color de la túnica negra que no sólo me impresionó a esa edad, sino que dejó en mí una huella tan profunda, que tan pronto pude, logré revestirme de penitente.
Y este deseo se produjo tan solo tres años más tarde y fue en la hermandad de la Soledad ya que en Los Afligidos (la hermandad de mi barrio de la que era hermano prácticamente desde que nací) no podía salir hasta cumplir los 10 años.
Y una vez vencida esta primaria ilusión de la niñez, me quedó el amor y la devoción que siento por este apasionante y complejo mundo cofrade en general y por el de las hermandades y Cofradías en particular y dentro de esa particularidad, se encuentra en primer lugar las de mi Isla, siguiéndola hasta nuestros días.
La Real y Venerable Hermandad de Penitencia y Cofradía de Nazarenos del Santísimo Cristo de la Expiración y María Santísima de la Esperanza (vulgarmente conocida como ‘EL Silencio’). Fue fundada en 1796. Y por tanto es la 6ª ó 7ª hermandad en el orden de la antigüedad, según se contabilice o no la fusión del Medinaceli. Y su sede canónica está establecida en la Iglesia Castrense, Diocesana y Vaticana de San Francisco.
El Cristo de la Expiración fue investigado, como no, por nuestro gran historiador, Fernando Mósig Pérez, y de él se deduce que fue tallado por José Tomás de Cirartegui (Saralegui) en madera policromada en el año 1788. Escultor este que se sitúa en nuestro Arsenal de la Carraca sin saberse exactamente cuál fue la ubicación y la dedicación de dicho escultor en dicho Arsenal.
En su hechura, cabe destacar dos matices: uno sus grandes y hermosos ojos muy dilatados y abiertos en actitud mezcla de dolor y sorpresa. Y dos: sus dientes de marfil tallados sobre su entre abierta boca (que recuerda al Cachorro de Sevilla), lo cual nos dispone a visionar todo un dramatismo de veracidad impresionante. En definitiva puede ser considerada una talla muy completa de la que el gran Mósig, despejó todas las especulaciones de su autoría ¡Gracias Fernando!
La autoría de la Santísima Virgen de la Esperanza, tal vez la dolorosa más pequeña de las que poseemos junto a la Virgen de los Dolores de la hermandad del Nazareno, en cuyos orígenes parece que se le rindió culto bajo esa misma advocación de los Dolores, es una de las más bellas y delicadas de las que procesionan en nuestra Semana Santa como cotitular titular de esta venerable hermandad, Pero su autoría se desconoce aunque se sitúa en una imagen procedente del Siglo, XVIII., atribuida a Diego Roldán sin confirmar y está realizada en madera, siguiendo la clásica hechuras de candelero. Y después de muchas transformaciones, fue restaurada por otro de los nuestros, el escultor, Alfonso Berraquero García en 1980.
La Virgen de la Esperanza ya se veneraba desde la segunda mitad del siglo XVIII en el antiguo hospicio y convento de los frailes Franciscanos, que después fue Iglesia de San Francisco, incluso antes que el Titular. Este dato arranca de 1779. Y más bien hace referencia a la Virgen de los Dolores, que según Fernando Mósig Pérez, estaba muy vinculada a la familia de Rodríguez Arias y fue donada por dicha familia a la citada Iglesia.
La imagen de San Juan Evangelista, es obra de otro escultor isleño, Juan Pérez Bey, realizada en 1996. Imagen que solamente recibe culto interno en su altar formando un conjunto junto con el Cristo y la Magdalena al fondo de la nave del Evangelio junto al altar mayor.
Santa María Magdalena cuya mascarilla curiosamente apareció en el interior del antiguo San Juan, fue transformada en la actual imagen tal como la conocemos hoy. Y también fue realizada por la gubia de Juan Pérez Bey, que talló genialmente su nueva hechura.
El Paso del Cristo es de estilo barroco. Está realizado de madera barnizada y según nuestro eminente historiador citado reiterativamente, Fernando Mósig, Pérez -no en vano es el autor del libro de su historia- podría ser el resultado de la reforma de unas antiguas andas. Pero en cualquier caso se desconoce su auténtica autoría.
No obstante se trata de un Paso sobrio, muy adecuado y en sintonía para procesionar en él a tan portentosa y venerada talla. Impresiona verlo en la obscuridad de la noche, en silencio y bajo la tenue luz de los cuatro hachones de cera de su Paso. No lleva música y sólo en ocasiones introduce durante el recorrido de su desfile, música de capilla… Continuará…
El presente articulo estaba previsto para su publicacion el proximo jueves dia 12 y en su lugar debio salir, La Isla y las Hermandades del Jueves Santo (XV.II.). Referido al ultimo capitulo sobre la hermandad de la Misericordia.