El acuerdo organizativo de Podemos-IU
Se hizo oficial el acuerdo de confluir para las elecciones del 26J entre las formaciones de Podemos e Izquierda Unida-Unidad Popular. Por ahora, el acuerdo es meramente organizativo, es decir, han necesitado todo este tiempo para que dos partidos socialdemócratas se pongan de acuerdo en cómo repartirse los titulares de prensa, los carteles de la campaña electoral y los diputados que plantean conseguir de antemano. Una vergüenza para aquellos que realmente nos sentimos de izquierdas.
No basta con ser de izquierdas para sentir vergüenza de lo que está ocurriendo. El suicidio colectivo de una formación como Izquierda Unida estaba sobre la mesa desde hace ya varias legislaturas, al menos si no repuntaban en las encuestas y conseguían pagar las deudas contraídas con la banca. Pero lo que no es de recibo es que este pacto venga instigado desde la cúpula de IU que se encuentra tomada por el Partido Comunista (PCE), si es que aún podemos considerarlos comunistas y sus siglas ya no están en la papelera del despacho de Pablo Iglesias.
El populismo que ahora se disfraza de izquierda reformista se dedica a alimentar los noticiarios y la prensa sin mensaje, sin acuerdo programático y con medias tintas en cada intervención. Un partido que estuvo a punto de entregarse en los brazos del PSOE con tal de expulsar al PP del Gobierno. Ilegítimo no es el acuerdo entre socialdemócratas, pero que no acaparen el espacio que no les pertenece, porque la izquierda sigue viva pidiendo lo que ellos han renunciado: la soberanía popular ante la Troika, el Euro, la Unión Europea y la OTAN; la República frente a la Monarquía heredada del Franquismo y el socialismo revolucionario que libere a la clase trabajadora del yugo impuesto.
La campaña electoral se torna difícil para aquellos que fundamentan su ideología con textos y recursos bibliográficos decimonónicos, ahora está de moda la foto y el comentario en Titear para acaparar los votos de una masa popular que se encuentra a la deriva entre el populismo y la férrea austeridad. Pero la gente no tiene nada que temer, esta coalición amenaza intereses partidistas como los del PSOE pero no amenaza a los grandes capitales ni siquiera asustan a Juan Rosell, Presidente de la CEOE.
La izquierda reformista o la izquierda socialdemócrata se dibuja en este país como la amalgama morada que viene al panorama político para quedarse y alimentarse de los desgastados partidos impopulares como el PCE, IU, Anticapitalistas y, posiblemente, un porcentaje curioso del PSOE. La derecha española, los populares y los grandes capitales deberían darles las gracias por allanarles el terreno, prepararles el circo mediático y la campaña electoral, supuestamente, polarizada en bloques.