¡Achús!
Nunca he tenido alergia. De hecho, siempre he catalogado a aquellas personas de ojos sanguinolentos y nariz mocosa como seres inferiores. Gente de defensas bajas que dependen del clínex o del pañuelo del abuelo como algo indispensable e inherente a la existencia humana. Entes enfermos, pringosos y tóxicos que van regando el mundo por donde pasan de miasmas y microbios.
Hasta hace poco, yo era un superhombre.
Desde hace unos días, soy alérgico. Cómo el que más.
Un día me despierto para ir a trabajar y ¡PAM! se acabó la vida de ser superior. Ojos lacrimosos, la mesa llena de papeles con mocos acuosos y estornudos cada siete segundos y medio.
Ya me van conociendo. Por tener algo sobre lo que escribir, he aprovechado mis penas y dolencias para informarme sobre esto de ser una bomba de mocos andante.
Como todos sabrán, la alergia es una reacción de defensa del organismo ante sustancias externas que penetran en el cuerpo, pero que no causan reacción en la mayoría de las personas, por resultar inofensivas. En los alérgicos (¡joder, cuánto me cuesta meterme en el mismo saco!), cuando el sistema inmune reconoce esas sustancias como extrañas intenta neutralizarlas empleando mecanismos que se vuelven dañinos contra el propio organismo, causando así los síntomas propios de la alergia.
Aún no sé a que soy alérgico, siempre he sido bastante vago para esto de ir al médico y perder el tiempo en mí mismo. Ya ven. Pero según he podido leer, las sustancias que con más frecuencia suelen causar reacciones alérgicas (los llamados alérgenos) son el polen, los ácaros del polvo, las esporas de moho, el pelo de animales, ciertos alimentos, picaduras de insectos y medicamentos como la penicilina.
En fin, otra jugarreta más de nuestra amada madre naturaleza de la que se tiene constancia desde tiempo inmemoriales. Al parecer, está documentado que el primer faraón de Egipto, Menes, falleció a causa de una picadura de abeja en el año 2.640 antes de Cristo. La primera víctima de la historia por una alergia (cada uno hace historia como puede).
Yo, que apenas llevo unos días sufriendo los sinsabores del mundo de los alérgicos, también estoy comenzando a plantearme la posibilidad de hacer historia. De convertirme en el primer hombre del planeta Tierra en colgarse de una viga, por ejemplo, para dejar de estornudar.
En fin. Les dejo. Que tengo cosas de alérgicos que hacer. Como quejarme en el sofá, abusar del zumo de naranja natural o exigirle cuidados intensivos a mi mujer.