(XV.I) La Isla y las Hermandades del Jueves Santo
…Viene del artículo anterior… Sin embargo el de la advocación de la Santísima Virgen, hubo que adjudicarlo entre las tres advocaciones siguientes: Angustias, Piedad y Encuentro; consiguiendo que fuese -Piedad- la advocación elegida. Y con respecto a la Santa Mujer Verónica y a Simón de Cirene, no hubo ningún inconveniente por razones obvias de sus respectivos nombres bíblicos; porque los mismos ya estaban de por sí determinados.
Pero sí influyó en su titulo, aunque en principio se fijó que fuese simplemente el de Venerable Hermandad de Nuestro Padre Jesús de la Misericordia, María Santísima de la Piedad y San Pedro Regalado. La inclusión de San Pedro Regalado, obedecía a que se pretendía incorporar a la hermandad que nacía, en el gremio taurino por ser este santo, el patrón de los toreros. Sin embargo, la idea no prospero demasiado, ni tampoco fructificó ante la perspectiva como se esperaba.
Y hoy su título es: Real y Venerable Hermandad Sacramental, Carmelitana, Fervorosa y Devota Cofradía de Penitencia de Nuestro Padre Jesús de la Misericordia, María Santísima de la Piedad, Santa Mujer Verónica y Santos Cosmes y Damián.
Se diseñó la insignia de la hermandad y se decidió que por venera se llevase un escapulario donde figurase el rostro que el Señor dejó marcado en el paño de la Verónica por la parte frental de dicho escapulario y en el reverso, el escudo de la hermandad. El escapulario en cuestión sufrió modificación en cuanto a su color, al principio era de color blanco y después se sustituyó por el negro tal como lo conocemos hoy.
Las túnicas también se modificaron. Se acordaron que fueran negras de cola con botonaduras, puños, antifaz y faja color cardenal para la sección del Cristo e igual para la sección de la Virgen, pero cambiando el color cardenal por el azul celeste. Y todos llevarían guantes, calcetines y zapatos negros. Hoy persiste el color negro y sólo ha quedado el color azul celeste para todo el cortejo con la inclusión de las fajas de esparto por las de telas. Y los miembros de la junta llevarían capas.
La hermandad salió por primera vez el miércoles Santo de la Semana Santa de 1958., que era el día señalado en los estatutos. Y salió prácticamente de prestado a excepción del Paso que se consiguió de una hermandad de Cádiz (la Piedad) y que reformó Antonio Bey Olvera, por un módico precio y de la manera más apresurada y urgentemente posible para poder salir.
Las túnicas fueron alquiladas y contratadas a un señor apellidado Hormigo, que trabajaba en el Obispado de Cádiz. Y todo lo demás enseres y atributos fueron cedido generosamente por las hermandades hermanas de la Pastora, la hermandad del Nazareno y tal vez algunas otras que no mantengo vivo en el recuerdo. Pero sí recuerdo perfectamente que, La hermandad del Nazareno, incluso prestó la Cruz arbórea utilizada por el propio Nazareno en su salida procesional de lo cual nos sentíamos muy orgullosos.
No obstante a su primera salida procesional no le acompañó el tiempo, ni tal vez tampoco la cordura. Se cometió una imprudencia más motivada por el deseo y la ilusión de salir, que por la realidad de las circunstancias, porque aunque no llovía a la hora de la salida, se preveía la posibilidad de hacerlo según las previsiones como efectiva y lamentablemente así sucedió.
A medía carrera del itinerario previsto hubo que volverse. La lluvia arreciaba y la procesión tristemente se deshizo. El Paso caminando con paso rápido a golpe ligero de tambor se le partió una pata antes de alcanzar la Iglesia. Y tras llegar a ella a duras penas, quedó tan mal situado y se originó tal desorden, que el Rvdo. Padre. Arenas, algo enfadado porque por su bondad no era capaz de hacerlo del todo, conminó a la hermandad a que alterarse el día de la salida en lo sucesivo para dejar libre la Iglesia el Jueves Santo, día de celebración y de las visitas al monumento, es decir al Santísimo según la costumbre, hoy bastante disminuida por cierto o casi desaparecida.
A esta triste circunstancia hay que añadir que fueron sólo unos pocos -ya que la mayoría de los miembros de la junta desaparecieron- y fuimos sólo tres o cuatro los que tuvimos que recoger de las casas de los hermanos -las túnicas que naturalmente estaban mojadas- y aun así teníamos que entregar en la mañana siguiente del Jueves Santo según aquel contrato firmado, del cual era yo el mayor responsable como mayordomo; porque las mismas túnicas a su vez, estaban alquiladas a una hermandad de Vejer, que salía en la misma tarde del Jueves Santo. ¡Un verdadero desastre!
Tras estos acontecimientos gran parte de la junta pro-culto dimitió incluido el hermano mayor, Francisco Castañeda Sánchez. A raíz de lo cual, la hermandad se resintió y pasó un periodo muy crítico y difícil tanto de efectivos económicos como humanos, así como de estabilidad dado que todavía no estaba aprobada su erección canónica.
Pero gracias a la intervención de su segundo hermano mayor entonces, Manuel Sancha Meléndez, salió a flote; primero, de lo más importante -lo económico- y luego -no menos importante- el de la participación. Se renovaron las ilusiones y la hermandad continuó. Sin embargo he de decir sorprendido, que nunca se le reconoció este gesto al citado segundo hermano mayor, que indudablemente fue el auténtico salvador de la continuidad de la hermandad a costa incluso de su propio dinero expuesto.
Posteriormente, la hermandad a partir de la gestión de los hermanos mayores, Manuel González Duboy y Florencio Collantes Pérez (más conocido cariñosamente por Tito q.e.p.d.) y siguientes como Pedro Pérez Serrano, José Carlos Fernández Moreno, Antonio Moreno Olmedo, Diego Salado Marín, José Ponce Guerrero (q.e.p.d.), Joaquín Braojos Ruíz y Manuel Lobato Lozano. La hermandad empezó a resurgir situándose en un privilegiado lugar entre las hermandades más señeras de la Isla. Y de ello, fueron participes todos pero en gran medida, Tito Collantes, al que podríamos considerar como el -alma mater- de la hermandad, el ideólogo o el hombre que movía los hilos. No obstante, últimamente parece necesitar otros aires de ilusiones, renovaciones y proyectos.
La talla del Señor es de autor desconocido y su antigüedad se sitúa según el descubrimiento que hizo, Alfonso Berraquero García, en su última restauración, como una imagen propia de finales del siglo XVII y principio del XVIII. Imagen que ya ha sido objeto de comentario en el artículo anterior.
La Santísima Virgen hecha en madera de cedro en 1975 por el célebre y renombrado tallista e imaginero sevillano, especialista en dolorosas, Luis Álvarez Duarte, es una dolorosa de apariencia muy erguida, fina y elegante y sigue la pauta de las llamadas de candelero, es decir como sabemos, para vestir.
La Verónica y el Cirineo se encargaron al taller sevillano de Antonio Castillo Lastrucci y fueron talladas por un discípulo suyo, llamado José Fernández Andes, si bien la policromía de la segunda de las tallas fue realizada por el propio Castillo Lastrucci. No obstante, la Verónica también fue restaurada profundamente por Alfonso Berraquero García en 1979.
El Paso de Misterio representa el momento del encuentro de Jesús camino del Calvario con las santas mujeres y entre ellas, la Verónica que se adelanta a Jesús a su paso ante ella y le enjuga su rostro lleno de dolor, sudor y sangre. Y he aquí que su rostro obró el milagro de quedarse grabado en dicho paño… Continuará…