Vuestras guerras, nuestros muertos
Ayer la mañana se volvió a tornar de humo y dolor, ese dolor que sentimos al ver a los seres más indefensos sufrir.
Las guerras se ganaban o perdían en trincheras, en campos de batalla, o con bombardeos sobre las poblaciones que se hallaban bajo el estado de alerta.
A día de hoy la guerra es en el día a día te puede sorprender viajando para ver a tu familia, ir a tu puesto de trabajo o simplemente subir a un avión para disfrutar de unos días de vacaciones. Te coge desprovisto de armadura o protección y sin darnos cuenta nos encontramos en medio del campo de batalla con heridas mortales.
La vida lleva mucho tiempo desvalorizada para quienes gobiernan y controlan el poder donde todo se envuelve en falsas creencias religiosas, políticas o territoriales.
Nos está deshumanizando y nos está haciendo cerrar los ojos, asumimos el dolor con 140 caracteres o un post en facebook diciendo Soy París, Soy Bruselas, y vuelvo a mi rutina pensando menos mal que no le tocó a mi ciudad o que yo no viajaba allí, y vuelvo a mi confort ficticio hasta la próxima.
Nos sumergimos en un dolor pasajero que duele superficialmente y no dejamos que dañe a ningún órgano importante porque al fin de al cabo qué suerte tuve, nadie de mis seres queridos viajaba ahí, se tomaba un café allá o cruzaba el río para huir del horror de una guerra “más real o más normal” y al que cierro las puertas o levanto alambradas no sea que vengan muchos y molesten.
Yo soy persona y me duele el dolor ajeno venga de donde venga, es necesario que la sociedad actúe que se implique y salga del ostracismo mundano , que proteste y no se amilane en la falsa seguridad o en los estados de sitio.
El miedo nos paraliza, siempre el miedo fue la mejor de las armas, la más silencio y potente.
Como decía Pablo Milanés va a ser necesario pisar las calles nuevamente.
Virgina Barrera