Publicado el: Jue, 3 Mar, 2016
Nuestro Patrimonio

Historia y anécdotas de la Venta de Vargas, un trabajo de Antonio Lagares

El investigador, en la Venta.

El investigador, en la Venta.

Más de 60 horas de testimonios orales contrastados con documentos históricos resumen la obra de este escritor.

Los primeros recuerdos se remontan a su juventud. "Solía acompañar a mi padre, que se movía en aquellos círculos", recuerda Lagares sobre el germen de su interés en torno a la Venta de Vargas. Pese a ser fundamentalmente conocido por su faceta de escritor, muchos de los personajes con los que se topó allí finales de los setenta hicieron la suficiente mella en él para que el cabo de los años volviera a escuchar con atención todas las anécdotas que los hermanos José y Manuel Picardo le contaban cada noche, después de la jornada laboral.

Corría el año 2005 cuando llegó a la conclusión de que aquellas vivencias daban para un libro. Trabajo que conjugaría fuentes orales narradas en primera persona, con documentos históricos que él mismo comenzó a investigar, en archivos y fondos hemerográficos, remontándose, incluso, al estado jurídico de los terrenos sobre los que hoy se asienta este baluarte del Flamenco, entre salinas y esteros, a finales del siglo XIX. La propuesta en firme no tardaría en llegar. "Me reuní en los reservados con muchos testigos directos, como Rancapino o Rafael Aragón, quien hasta hace poco ejerció el rol de encargado", comenta. Paralelamente buceaba en los documentos, no solo en los facilitados por la Venta, sino también en el Archivo Municipal, donde "acudía con mis guantes para revisar legajo por legajo, no quería ningún cabo suelto".

Cuatro años de trabajo dieron como resultado la historia escrita de las cuatro generaciones de la Venta, cada una correspondiente a una etapa histórica en el mundo del Flamenco isleño. Desde sus antecedentes como Venta Eritaña a partir de 1921 -dos años después comenzó a publicitarse en prensa- hasta el 'nuevo flamenco' que resuena hoy en sus balcones de la mano de artistas como Jesús Castilla o Joaquín de Sola. Por el camino revisita distintos momentos como el de la posguerra, con el protagonismo de Manolo Caracol -que celebró allí el convite de su hija- o el que abarca entre los años 50 y 65, con "ese niño rubio al que venía a buscar la Guardia Civil", explica en referencia a las vivencias del pequeño José Monje antes de marcharse al extranjero.

Manolete, el Cordobés, Antonio Ordóñez, Lola Flores... hasta los Borbones son algunas de las personalidades que han llegado a pasar por allí a lo largo del siglo XX, "impresionan sus recordatorias en los libros de visitas", explica. Muchos de los que aun viven dieron el visto bueno para la reproducción del enorme material gráfico que incluye la obra, más de medio centenar de fotografías. Es el caso de Miguel Poveda o la Niña Pastori. Incluso con Camarón -a cuya familia paga el Ayuntamiento por la explotación del material- no había problema, en teoría. Sin embargo, durante los cuatro años del mandato de Loaiza (PP) no se llegó a mover nada desde el ámbito municipal, razón que llevó a Lagares a depositar el manuscrito en manos de una agencia madrileña para dar salida editorial a su trabajo.

Al enfocarse desde un principio al público local, el borrador se estructuraba en generaciones. La primera con Catalina Pérez, que "alquila la Venta Eritaña mientras su hijo Juan Vargas está en la guerra, y la pone a nombre de su hija Salud". La segunda ya en manos de Juan y de su mujer, María Picardo. Durante la tercera pasaría -a falta de descendencia- a los sobrinos de María: José y Manuel Picardo, que se turnaban por semanas. Explica Antonio Lagares que "sus mujeres -Lela Fontao y Conchi Torres- fueron muy importantes porque llevaban la cocina durante la semana que el marido permanecía a cargo del negocio". Finalmente llegó a la cuarta generación con los respectivos hijos de cada matrimonio: Lolo, Suso y Kaito del primero, y Lolito y Guille del segundo. Razones comerciales le llevaron, sin embargo, a hacer breves cambios a este primer esquema pasando a narrar los acontecimientos de forma cronológica.

Antonio Canales es el autor del prólogo y no deja de interesarse por el trabajo. "Si desde la agencia no le dan salida antes de mayo, volveré a ponerlo a disposición de la delegación municipal de Cultura", concluye Lagares, para quien la edición de este homenaje es más importante que cualquier beneficio económico.

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