Nuestro mundo se desmorona
Nuestro mundo se desmorona, irremediablemente se diluye a cada instante bajo nuestros pies. Vivimos en una sociedad cada vez más destructiva, y nuestros mayores, aquellos que durante años lucharon para darnos un mundo mejor, se quedan horrorizados.
Hoy parece que todo es válido, pasamos de la represión a la destrucción sin ni siquiera pararnos a analizarnos. Y todo está entrelazado.
Si recurrimos al latín, el término 'cultura' deriva de la palabra 'colere' para la labranza y el uso de la tierra. Y es más que evidente que estamos haciendo un mal uso de ella. Entre uno de los muchos significados que posee el término, está 'aquello que incluye el conocimiento, el arte, las creencias, la ley, la moral, las costumbres y todos los hábitos y habilidades adquiridas por el hombre no sólo en la familia, sino también en la sociedad'. Por lo tanto, si cuidamos nuestra cultura podemos mejorar nuestro mundo, nuestra sociedad.
Y... ¿qué podemos hacer para sanar ésta vorágine de destrucción en la que estamos inmersos? Cuidar de ella. Empecemos por ahí el cambio, especialmente con las personas más susceptibles de la sociedad, los niños. Ellos son los actores principales y de ellos va a depender el futuro de nuevas generaciones. Intentemos dejarles a nuestros hijos la mejor herencia, un mundo sano y culto, donde vivir sea una experiencia grata y no una supervivencia. A tal fin debemos trabajar fomentando, acercando y desarrollando actividades que propicien hábitos de lectura, estudio, respeto, actividades deportivas, de ocio,… y creando espacios que estimulen la creatividad.
La convención de los Derechos del Niño aprobada por las Naciones Unidas en 1989 -y ratificada por España en 1.990- reconoce en su Artículo 31 el derecho del niño al descanso, al esparcimiento, al juego, a las actividades recreativas, a la vida cultural y a las artes.
Tenemos la suerte de vivir en una ciudad fantástica, San Fernando, con una enorme riqueza cultural, conocida por muchos por ser la cuna del Flamenco, pero donde desgraciadamente existen pésimas oportunidades de ocio y cultura para nuestros pequeños isleños. Basta con pasearse un fin de semana por sus calles, especialmente en otoño e invierno, cuando la mayoría de las familias se tienen que trasladar a otras localidades gaditanas en busca de esas oportunidades que nuestra ciudad no ofrece.
Siento decirlo, pero deberían tomar nota las personas y cargos correspondientes y tratar de subsanar este error. Y es que vamos de mal en peor. Recuerdo mi infancia, y aunque entonces había menos recursos económicos sí teníamos la oportunidad, por ejemplo, de ir con la pandilla de amigos a la biblioteca los sábados por la mañana. Era nuestra forma de pasar un rato divertido entre libros y cuentos. De poder hacer la tarea del colegio o trabajar en equipo. Hasta de eso carecen nuestros niños. No hace mucho fui a la Casa de la Cultura con la intención de pasar un rato con mi hija y una amiga un sábado, como hacíamos antes, para elegir un libro y llevárnoslo a casa… nos encontramos con la puerta cerrada y con un horario que decía 'de lunes a viernes'.
Cierto es que hoy existen muchísimas actividades extraescolares, pero todas en su mayoría pagadas con el dinero de padres y madres. La crisis ha hecho estrago también, como no, en las oportunidades culturales de nuestros niños y por día son menos las iniciativas ofertadas y subvencionadas en los colegios. En resumidas cuentas, para que los pequeños disfruten de un derecho inherente a ellos, somos las familias quienes tenemos que desembolsar unas cuotas bastantes curiosas -si nos lo podemos permitir- además de irnos de La Isla en busca de ocio y diversión para ellos.
Sé que existen intenciones de mejorar. Siempre las hay con cada cambio político, pero del dicho al hecho hay un trecho. Y mientras tanto los perjudicados siempre son ellos. Que los hay que tienen que desplazarse para estudiar música al los conservatorios de Cádiz o Chiclana porque en el de su ciudad se ofertan muy pocas plazas, es un solo un simple ejemplo.
Así que sin ánimo de ofender -más bien con el de incitar a la reflexión- invito a las autoridades competentes a estudiar concienzudamente su programa cultural enfocado al mundo infantil. Somos nosotros, los adultos, quienes debemos responsabilizarnos de su educación y facilitarles las oportunidades y al acercamiento al mundo de la cultura.
Claudia García Coma
Absolutamente de acuerdo. Este año para colmo han subido los precios del festival de teatro infantil Chachi Piruli.
Avanzar es tenerlo todo al alcance