Ciudad dormitorio
¿Cuánto podría ser La Isla si supiesen gobernarla y dirigirla hacia el progreso? La respuesta genera todo tipo de debates. Lo cierto es que nuestra ciudad parece estancada en el tiempo y lo que nos ha traído el siglo XXI no ha sido nada bueno, aunque tampoco podemos lanzar cohetes con lo ocurrido en el siglo anterior. Nuestra ciudad siempre se ha posicionado a la cola de la Provincia por la ineptitud de nuestros políticos y la falta de organización de sus habitantes.
En primer lugar, para hablar de La Isla hay que tener en cuenta que se ha conformado como una ciudad dormitorio. Eso tiene muchas desventajas, ya que el trabajo, el estudio y las grandes superficies de ocio se encuentran en las ciudades adyacentes. Una ciudad dormitorio, si bien ya se puede definir como ineficiente, requiere de una política adecuada a su ser. Los habitantes de la misma demandan servicios públicos de calidad, que mejoren la calidad de vida como puede ser un servicio de limpieza, basura y saneamiento adecuados. Las calles limpias siempre son agradecidas, así como las escuelas o los hospitales. Los servicios públicos de una ciudad dormitorio tienen que estar a la altura de sus demandas, en La Isla esto no ocurre.
Por otro lado, el gobierno de una ciudad dormitorio tiene que tener en cuenta una cuestión, y es que si la población activa y juvenil, en este caso muy formada, se desplaza para estudiar y trabajar, esta ciudad necesita un servicio de transportes de calidad y con altura de miras. Una ciudad dormitorio no puede establecer cuotas y tarifas desmedidas porque paraliza su actividad. Y mucho menos, puede recluirse entendiendo que las demandas de sus ciudadanos se solucionan en otras ciudades, ya que de tal forma se pasa de ciudad dormitorio a ciudad cementerio, con una población anciana o de la tercera edad. El ocio y los servicios públicos vuelven a llevarse el premio en esta cuestión y La Isla, de nuevo, se queda atrás. Porque no es bueno que la juventud, y los demás ciudadanos, salgan de la ciudad a estudiar y trabajar y los fines de semana también se vean obligados a salir por la falta de ocio. Una ciudad dormitorio tiene que ser el albergue de la cultura.
Atendiendo a su posición geográfica, la ciudad dormitorio de La Isla tiene que servir de metrópolis de la Bahía de Cádiz. Una ciudad que conecte al resto de las ciudades, ya que con sus 100.000 habitantes, no puede limitarse a ser un pueblo en la costa sino la capital del tránsito. En este caso, el tranvía interurbano puede usarse en beneficio de los isleños, aunque tengamos que bregar con su mal diseño urbano. La ciudad dormitorio tiene que albergar numerosos espacios hoteleros de buena oferta y servicio para ser el epicentro del turismo metropolitano de la Bahía. Así como disponer del acceso a la ciudad por diversos puntos y formas, ya sea por carretera o por tren.
Y en último lugar, la ciudad dormitorio tiene que brindar a sus ciudadanos y visitantes rutas de turismo y espacios de participación ciudadana. Las primeras porque tiene que cuidar su entorno con turismo ecológico o del medio ambiente, así como todo lo enfocado con el mar y la cultura que conlleva. La Isla parece atrapada en la figura de Camarón y no ve más allá, teniendo historia y un pasado decimonónico de gran valor; Los espacios de participación generan cohesión social en la población y ayudan a la creación de las rutas turísticas, de la economía social, de los actos culturales y los servicios públicos. De tal forma, se integran en ellos la juventud y los adultos, y presiona al gobierno local para hacer de una ciudad dormitorio un lugar idóneo para vivir y visitar.