Portada del trabajo editado por CajaSur.

El coautor del libro 'El Carmen de San Fernando' protagonizó ayer en La Isla una ponencia organizada por el Consejo de HH y CC.

El Consejo de Hermandades y Cofradías no ha querido perder la oportunidad de dedicar una de las sesiones de su programa de formación al Patrimonio Artístico, concretamente al Barroco como estilo imperante entre las cofradías.

El encargado de tan importante reto no fue otro que Fray Juan Dobado Fernández, Doctor en Historia del Arte conocido por muchos isleños debido al gran trabajo de investigación llevado a cabo en torno a 'El Carmen de San Fernando' (CajaSur, 1999) junto a Juan Aranda Doncel, cuya portada -una de las pinturas sobre la vida de Santa Teresa que decoran el templo- ilustra esta crónica sobre su ponencia de ayer.

Además de Historiador del Arte, este fraile carmelita es licenciado en Teología, por lo que hizo hincapié en la faceta espiritual que le caracteriza través de paralelismos con textos sagrados en los que se basó para justificar las diferentes piezas que ilustraron su discurso. Un paseo por el Barroco no sólo como período histórico comprendido entre los siglos XVII y XVIII, sino también como estilo artístico repetido a lo largo de cada fase que le siguió, en gran medida, gracias a las cofradías, eje vertebrador de esta ponencia histórico-artística.

Comenzó con un repaso histórico desde el arte paleocristiano, el origen de las imágenes como instructoras de sociedades analfabetas y, finalmente, el Concilio de Trento, según Dobado, "caldo de cultivo de las cofradías tal como las conocemos". Este punto de inflexión "marca el que por mucho tiempo fue estilo oficial de la Iglesia", explicó el ponente, quien, a continuación, indagó en cada uno de los aspectos que conforman el Barroco tal cual hoy se le entiende.

El primero de ellos fue la imaginería, que "aún se sigue recreando". La misma está sustentada por cuatro maestros en Andalucía: Martínez Montañés y su discípulo Juan de Mesa marcarán la pauta de la escuela sevillana, mientras que José de Mora y Pablo de Rojas harán lo propio en Granada. Entre los temas favoritos de la Semana Santa destacó, como no podía ser de otra forma, al Nazareno "el que más devoción aglutina en todos los pueblos", y la Dolorosa, poniendo como ejemplo simulacros andaluces entre los que se encontraban también los isleños, Jesús Nazareno de la Iglesia Mayor y su homónimo del Carmen. No obstante destacó el de Jaén, y el Gran Poder de Sevilla como "los más imponentes en cuanto a formas e impacto piadoso".

Todos los maestros que siguieron su estela a continuación -Castillo, Bru, Buiza...- suponen, en realidad, "una vuelta a las fuentes barrocas, aunque tampoco son fotocopias", aclaró, pues no dejan a un lado la creatividad incorporando nuevos elementos. Lo mismo ocurre con los pasos procesionales, las peanas, los templetes -de herencia italiana-, y los propios misterios, en palabras de Fray Juan Dobado, "la pintura en talla" por tratar de recrear en tres dimensiones las mismas composiciones que solían contemplarse sobre el lienzo. En este sentido destacó la labor de Antonio Castillo Lastrucci, artista que "compensa la discreción de sus tallas con la riqueza compositiva de los misterios, toda una revolución en cuanto a escenografía cofrade".

No olvidó tampoco todos los elementos que integran las 'artes suntuarias' como piezas de orfebrería y bordados, que al igual que las imágenes repetirán a lo largo de los siglos XIX y XX modelos genuinamente dieciochescos, pese a sus variantes.

El factor común a todas estas facetas es, por tanto, una "barroquización" -con independencia del estilo emulado- que, según explicó el catedrático, "ha sido posible conservar gracias, principalmente, a las cofradías, tanto de penitencia como de gloria, ya que la Iglesia ha experimentado una simplificación en sus formas".