Juan Montero, frente al Belén del Círculo de Artes y Oficios.

El Cuartel de Infantería de Marina, la Fundación Municipal de Cultura, la hermandad de la Vera Cruz o el Círculo de Artes y Oficios han gozado del talento de Juan Montero.

Lo del Belén es una tradición antigua en La Isla. Va mucho más allá de disputas sobre el emplazamiento idóneo del municipal, si en la Iglesia, en la plaza o en el atrio consistorial. Es anterior a las modernas rutas de los que instalan las cofradías, de los belenes vivientes, como el de San José. Hubo una época en la que en San Fernando sólo se montaban dos, recuerda Juan Montero: "el de la Casa de la Cultura y el del padre Humberto, en el Carmen". Él lo sabe, es uno de los isleños que más tiempo llevan dedicados a esta afición y está entre los primeros números de la asociación 'El Redentor', "llevo más de cincuenta años montando belenes, a veces, he llegado a trabajar en tres distintos, paralelamente".

Es algo que le viene de familia porque sus padres disfrutaban cada Navidad practicando este arte -puede considerarse así- que cada vez cuenta con más aficionados, e incluso verdaderos profesionales. Recuerda los "monumentos" que disfrutaba haciendo en el Cuartel de Infantería de Marina -Población Naval de San Carlos- desde los años sesenta, y la petición de su hermandad, la Vera Cruz, al tomar conciencia de su afición para hacer lo propio años más tarde, "frente al Bazar Inglés, allí estuvimos mucho tiempo". Varias décadas de experiencia a la que luego se sumaría el montaje del Belén del Ayuntamiento en colaboración con la Fundación Municipal de Cultura, ya desaparecida, y que actualmente sigue constituyendo unos de los principales atractivos de la Navidad en las instalaciones del grupo escolar Manuel Roldán, 'la placilla'.

Allí ha abierto sus puertas el 'Belén monumental' estrenado en 2010 con motivo del Bicentenario. En su momento este espacio acogió también el 'Belén salinero', quizá el que le hace sentirse más orgulloso. Los premios, ni los recuerda, pero destaca aquel Trofeo concedido por la Federación Española de Belenismo, el primero de esta categoría que hubo en la ciudad. Su última obra ha sido realizada para el Círculo de Artes y Oficios, en la calle Rosario.

Detalle de la maqueta expuesta en un establecimiento de la calle Rosario.

Y si no solo de pan vive el hombre, no solo de Navidad se nutren los belenes, "es un no parar". Imparte cursos de iniciación, así como monográficos centrados en los diferentes aspectos que a partir del puente de diciembre se ponen en práctica: iluminación, escayola, agua y vegetación... he aquí una de sus manías porque "no os vayáis a creer que encargo las plantas, yo voy al monte y luego me dedico un tiempo a prepararlas", confiesa. Tiene marcadas en el calendario las fechas y el sitio exacto donde debe volver a por lo que necesita, aunque no siempre sea así de sencillo, por ejemplo, los cactus que presentan muchos de sus trabajos están realizados con pipas de calabaza, y sus higos chumbos "son cabezas de cerillas pintadas una a una", por lo que esta recreación le lleva alrededor de un mes.

Advierte que esta afición ha evolucionado mucho en los últimos años, "se beneficia de una constante renovación"... no solo por el incipiente interés que los belenistas intentan consolidar desde su asociación -a través de maquetas y con especialistas en electricidad o texturas- también en cuanto a materiales y soluciones técnicas".

"Estamos desarrollando un gran nivel en relación a otras ciudades, eso es lo importante: dejar nuestro listón bien alto", confiesa, en relación a la tradición belenista de San Fernando.