Cien
Qué podría hacer en mi artículo número cien, si no es celebrar estos, casi dos años, que llevo perteneciendo a un mundo que me colma de sueños eternos. No podría ser casualidad que este momento coincida con uno de los días que más me gustan del año: mi cumpleaños.
Puedo dejar atrás más de cien cosas. Ya sabemos que al avanzar dejamos en el olvido todo aquello que en nuestros recuerdos no nos llena de paz, aprendizajes o sensaciones que nos aporten tranquilidad; sin embargo, por muchos artículos que escriba, por muchos años que cumpla, nunca podré borrar el día en el que el Universo, con sus hilos, vino a invitarme a este Castillo del que no me despediría jamás.
Cien reflexiones que me han devuelto a la vida cuando ya no sabía por dónde andar. Es fácil perder el rumbo cuando tu mundo depende de la felicidad de los demás; es difícil salir de él cuando sabes que la mejor recompensa es ver a otros crecer.
Cien vidas que se reflejan en cada palabra que escribo, en cada espacio que dejo en blanco, en todos los sentimientos que se ocultan bajo una fuerte luz que sólo quiere dejarse ver; almas que vagan por la eternidad buscando el sentido de su caminar...
Cien abrazos que no olvido aunque el mensajero sea unas teclas; cien sonrisas que decoro en cada una de mis letras; cien corazones, quién sabe si mil, que esperan el momento en el que tenga algo importante que decir.
Cien noches que no supe qué escribir, que me quedé vacía de energía, perdiendo a mis musas en cada pensamiento que venía a mí; cien días comprendiendo que mi vida tiene sentido porque escribo y no porque dude de mi sentir; porque soy, siento y comparto mis anhelos, porque vivo y muero, aunque a veces sea sólo el reflejo de un intento...
Cien veces pedí un hueco en otro hueco que fuese un poco más grande; un minuto en otros que duren lo bastante; horas que sean días y meses capaces de convertirse en años. Años que nos enseñan que no hay mejor aprendizaje que el de saber que las personas que amamos nos aman también, que no importa el tiempo que pase pues, para celebrar nuestra felicidad, siempre estarán los que nos valoran de verdad.
Hoy sólo puedo gritar cien veces, y las necesarias, que no hay vida que me guste más que ésta en la que puedo sentirme querida sin pensar; correspondida sin divagar y sorprendida hasta no poder más. Si hubiese podido pedir un deseo para celebrar este año, no habría, siquiera, imaginado todo lo que el Universo me ha regalado.
Quiero cien artículos más para no dejar nunca de agradecer lo mucho que valoro los sueños, la vida y la posibilidad que me brinda el mundo para ser quien siempre soñé: un abrazo esperado, aquella sonrisa robada, un susurro en la noche, el sol de un día nublado y, por qué no, la señal que siempre has esperado...
Ojalá que no sean necesarias cien reflexiones más para comprender que no hay mejor vida que la que cada día nos permite desear, sentir, ser y, sobre todo, disfrutar...