¿Sabía usted que aquí...
... en nuestra Isla, también tenemos un Beato, que además fue "Hijo Preclaro y Predilecto" de la ciudad?
¿O que contamos con uno de los edificios científicos y astronómicos más pujantes del mundo-mundial?
¿Que la hora oficial de España la dictamos, toma ya, desde… San Fernando?
¿Qué muchos héroes de la Marina Española, participantes en batallas históricas, reposan en esta nuestra tierra?
¿Qué algún "Regente del Reino" y "Presidente del Gobierno" es… cañaílla?
¿Y que esta ciudad nuestra alberga, incluso, un edificio "único" en ese mismo mundo-mundial que les he mencionado más arriba?
Pues sí, fíjense, a todos los anteriores interrogantes podemos responder afirmativamente. Es verdad, sí, que al vivir lejos de lo que se considera el centro de la vida política y cultural de España (Madrid), quizás infravaloremos lo nuestro; y en demasía, incluso…
Porque es verdad que cerca de 700 kilómetros nos separan de la capital; que somos un pueblo pequeño, sencillo, casi (y digo bien, 'casi'…) invisible frente a la majestuosidad de una de las ciudades más importantes, sin duda, del mundo.
Sin embargo, fíjense, pasean ustedes entre cardenales (Marcelo Spínola), escritores (Luis Berenguer), presidentes del gobierno (Serrano), cantaores flamencos de relumbrón (Camarón, Chato de La Isla), escultores (Berraquero)… por no hablar de que tenemos un edificio que no se encuentra en ningún lugar del planeta Tierra (el Panteón de Marinos Ilustres), o una de las sedes científicas más importantes de este mismo planeta (el Observatorio de Marina).
Y para qué mencionar, en fin, que, durante un tiempo, La Isla hizo frente al todopoderoso ejército napoleónico, cuando en aquél entonces arrasaba con todo lo que se le ponía por delante.
La historia de cualquier pueblo es la historia de sus gentes, de sus personajes, de sus hechos y sus acontecimientos. Y todo esto -sus gentes, sus personajes, sus hechos…- tiene su fiel reflejo en las muchas, muchas placas que adornan calles, casapuertas, fachadas y edificios de San Fernando. Todo un muestrario que nos enseña, con orgullo, el devenir de unas tierras con una historia rica, desbordante, atractiva, que nos reserva más de una sorpresa, se lo aseguro querido y amable lector…
Esta historia viva, nuestra historia, es lo que, si me dejan, quiero enseñarles desde esta nueva columna.
¿Se atreven?