Publicado el: Vie, 13 Nov, 2015
Opinión

Recuerdos

Art.96 - copiaAún recuerdo los días en los que la lluvia podía mojar mis ilusiones, el viento despeinar mis ganas y el sol deshacer mis sueños. Cuando no conocemos el fin creemos estar eternamente al principio, teniendo siempre la oportunidad de cambiar el camino.

Aún recuerdo el miedo; miedo a la vida y la muerte, al éxito y al fracaso, al antes y el después. Si no entendemos la existencia, todo puede tornarse de los colores de un oscuro y lluviosos atardecer, de las dudas que nos impiden avanzar y crecer.

Aún recuerdo mis llantos; aquellos días llenos de tristeza, cuando los problemas no eran más que males creados por la sociedad, mentiras que nos hacen creer que jamás llegaremos a amar, olvidar, volar... Valores equivocados que hacen al mundo desagradecido ante cada día regalado.

Aún recuerdo cuando podías secar mi dolor, calmar mi temor y colmar de sonrisas mi corazón; sólo tú podías devolver la felicidad que la vida me intentaba arrebatar. Cuando perdemos la armadura, debemos dejar con ella todo lo que no nos deja evolucionar; pues no hay marinero sin barco que deje de navegar, ni mar sin tormenta que no nos pueda asombrar.

Y ahora que aún puedo recordarlo todo, no puedo olvidar que ya no estás. Tristemente eso da sentido a mi bienestar, a la calma que recorre mis anhelos en cada despertar, a la fuerza que encuentro en los silencios que me haces llegar. Si no hay guardaespaldas que me defienda, sólo me queda alejarme de todo aquello que pueda causarme mal.

No quiero olvidar que hoy soy yo quien protege mi vida, quien sigue adelante sin problemas que solucionar; no hay nada que me de miedo, pues tu ausencia es lo que más me hizo temblar; no hay lágrimas que merezcan mis sollozos, ya que ellos quedaron ahogados en tu mar; no hay dolor más grande que el de asimilar que jamás podré dejarte atrás.

No quiero olvidar mi amor, ese que me enseñaste a valorar; los días nublados que llenabas de sol, son ahora la fuente de toda mi ensoñación. Eres sin ser lo que fuiste para que yo pueda ser quien quisiste; alguien que alcanza los sueños, todos lo que dejaste sin dueño; una persona que sube, pues para bajar ya tuvimos tiempo; el corazón que late por tu recuerdo y el alma que conserva mi cerebro cuerdo...

Aún recuerdo tu voz, tu piel y todas las lecciones que me obligaste a aprender. No es mal maestro el que quiere tu bien, aunque en el momento no entendamos el porqué. Y ahora está aquí el tiempo, el Universo y sus hilos, para mostrarme la razón de que un día pusieses en mi desarrollo tu tesón. Aún recuerdo cuánto te quiero, pero quizás olvidé darte las gracias... Gracias por enfrentarte a mi inmadurez, mi rebeldía y mi insensatez; gracias por ser la amiga que nunca quiso ser madre y la madre que supo ser mi mejor amiga; gracias por permitir que aún siga amándote y por asegurarme que así será... mientras siga recordándote...

 

Sobre el autor

- Escritora, maestra y loca soñadora. Con el firme objetivo de ser feliz a cada segundo y compartir con el mundo cada sonrisa, cada sueño y cada aprendizaje que el Universo nos permite experimentar.

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