De izda. a dcha.: E. Martínez, Y. Muñoz, D. Sánchez, F. Toledo y E. Vijande.

Satisfacción general ante la decisión de excluir a Camarón del palacio decimonónico. Preocupación por el futuro de Lazaga sin el 'empuje' de éste y dudas en torno a las dimensiones del solar donde se pretende ubicar el museo del cantaor.

La familia Lazaga y Camarón, polos opuestos pero a la vez compartiendo podio dentro de la idiosincrasia isleña. Dos de los activos turísticos -y, por ende, económicos- más reivindicados en la ciudad; la casa de los primeros y el museo del segundo. Muchos son los proyectos, intenciones o ideas sugeridas en despachos sobre su revalorización pero lo cierto es que aún hoy los isleños ven muy lejos esta puesta en valor.

La última notificación municipal sorprendía reescribiendo el proyecto socialista de incluir el Museo del Flamenco en la casa Lazaga. El cantaor tendrá su espacio, finalmente, junto a la Venta de Vargas: solar históricamente planteado por el Partido Andalucista para tal fin y que pone de manifiesto, eso sí, la compenetración entre ambos grupos municipales (PSOE y PA) que en su día prometieron funcionar como "un solo Ayuntamiento".

La Casa Lazaga queda así sin proyecto de uso definido. Tampoco parece que su rehabilitación vaya a ejecutarse a corto ni a medio plazo pues ya las obras de consolidación previas en cubiertas y forjados no proseguirán como estaba planteado desde que la empresa encargada comprobara que el presupuesto de 341.891 euros tras los que consiguió la adjudicación de las obras no es suficiente, al parecer, dado su deficiente estado de conservación.

Eduardo Vijande Vila.

El Castillo de San Fernando ha optado pues por hacerse eco de opiniones ciudadanas. Voces que en este caso adquieren un peso especial al tratarse de profesionales especializados en las distintas ramas de las Humanidades, Museología y rehabilitación de edificios históricos. Son Fran Toledo, Arquitecto Técnico especializado en Restauración y Rehabilitación del Patrimonio por la Universidad de Alcalá; María Elena Martínez, Investigadora y Dra. en Filología Clásica por la Universidad de Cádiz; Daniel Sánchez, Arquitecto Técnico especialista en Rehabilitación de edificios del Patrimonio por la Universidad de Sevilla; Yolanda Muñoz Rey, Dra. en Arte y Humanidades por la Universidad de Cádiz, y Eduardo Vijande, Dr. en Prehistoria y profesor.

La importancia de Camarón

"Camarón es una figura que, guste más o menos, ha marcado un hito dentro de la historia del Flamenco, y por tanto de esta ciudad", tiene claro Muñoz Rey para quien, además, incorpora el valor de representar la esencia de los ochenta. Piensa, por tanto, que merece un museo propio pero bien contextualizado, "no viene a cuento mezclarlo con otros aspectos históricos de La Isla, aunque estuviera vinculado".

No sabe si es la prioridad en lo relativo a revalorizar el Patrimonio Cultural -"recordemos la situación del archivo, por ejemplo"- pero sí la que tiene más tirón comercial. Consciente de la necesidad de optimizar las inversiones públicas, encuentra convincente la creación de un museo de nueva planta "siempre y cuando sea más económico que adaptar alguna de nuestras cuentas pendientes". Se refiere expresamente al edificio de la 'Cruz Roja', cercano a la Venta de Vargas y caracterizado por un estilo popular perfectamente compatible con el mito isleño. Así lo manifestó en su día la Dra.

"Nunca olvidaré el día que el féretro de Camarón cruzó el Puente Zuazo. Era pequeño pero me di cuenta de la envergadura del personaje", recuerda Vijande, quien lamenta profundamente las décadas perdidas para la explotación de "una figura internacional cuya puesta en valor llega muy tarde". Puestos a actuar 20 años después, coincide con Yolanda en las posibilidades que a este respecto presenta 'Cruz Roja', pero tampoco descarta el potencial de un museo de nueva planta "con todas las prestaciones tecnológicas necesarias", advierte. En cualquier caso rechaza la opción 'Lazaga': "Camarón y Lazaga no casan. José Monge es una figura innovadora y vanguardista que precisa de un edificio tendente a una imagen moderna-contemporánea".

Yolanda Muñoz Rey

Quién desde luego vivió con intensidad todo lo acontecido en torno al fallecimiento de Camarón fue María Elena Martínez, con su recién editado 'El Zaporito, su nombre, su origen y su historia' y al frente en ese momento de la concejalía de Cultura. "Tuvimos que repartirnos el trabajo y atendí llamadas desde países como Japón o Alemania" recuerda Martínez, que se las vio para salir aquel día de la Casa Consistorial, el mismo que acabó con su escaño roto en la sala capitular. No le cabe duda, pues, de la repercusión del cantaor, aunque ésta, considera, "no justifica cualquier solución".

"Camarón debe revalorizarse junto a la Venta de Vargas, que es donde se encontraba a gusto; meterle en Lazaga tendría tan poco sentido como introducir a esta familia en alguno de los espacios que conforman la ruta del artista", declara Daniel Sánchez, consciente por su oficio de las complicaciones técnicas a las que se vería sometido el proceso. En este sentido concuerda con su compañero de formación, Fran Toledo, quien desde el principio tuvo claro que "la Casa Lazaga no era el sitio apropiado para tal finalidad". Defensor también de un espacio contemporáneo y a la vanguardia tecnológica teme, sin embargo, que el existente junto a la Venta de Vargas se quede pequeño. Aspecto en el que coinciden prácticamente todos los entrevistados.

Lazaga, una saga polémica

Son tantos y tan diversos los proyectos planteados en torno a la mansión isabelina adquirida por el Consistorio en 2001 que muchos ya han perdido la cuenta. Hotel, escuela de hostelería y hasta un geriátrico fueron barajados como posibles soluciones a su inactividad. Si hay algo que tienen claro -y así debe ser según acuerdos de aquel momento- es su futuro como espacio cultural. Ahora bien, ¿es apropiada cualquier rama de la Cultura para protagonizar un espacio de estas características?

Francisco Toledo Coello.

Los Dres. Viiande y Muñoz Rey tienen clara su idoneidad para el Patrimonio Documental. Una solución práctica dada la situación de la Biblioteca Lobo -ésta, no obstante, tiene su sitio en el Palacio Consistorial-, los propios fondos epistolares de la familia Lazaga y, cómo no, el Archivo Municipal. Actualmente se halla reducido a un espacio mínimo, sin técnico auxiliar y con parte de los legajos amontonados bajo el Patronato de Deportes, "salas que se inundan cada vez que llueve", recuerda Muñoz. "Aunque a veces se han compatibilizado con éxito construcciones antiguas y colecciones modernas -advierte-, es más trabajoso, lo mejor es que esté contextualizado". Algo que lleva a Yolanda a reivindicar este edificio, además de futura sede de archivos, como espacio dedicado a la vida militar en San Fernando, embrión de la ciudad tal cual hoy se la conoce. En este punto coincide plenamente con María Elena Martínez, quien ansía un museo de la burguesía isleña del siglo XIX y principios del XX, vinculado, por supuesto, a La Armada. Si bien reconoce, algo cansada, que "la aparición de algún promotor que quisiera convertirlo en hotel, al menos, nos garantizaría que no se caiga".

Porque esto es lo que más les preocupa en realidad, la pérdida irreversible del ejemplo más paradigmático de la arquitectura isabelina en La Isla. "La Casa Lazaga no se puede venir abajo, y no basta con un lavado de cara, hay que apuntalarla ya".

Fran Toledo se inclina, en cambio, por el primero de los proyectos planteados: un hotel-escuela de hostelería en la línea del 'Alabardero' en Sevilla. "El anterior equipo de gobierno -recuerda- anunció en los medios su inminente licitación como equipamiento durante los dos primeros años del mandato". Entonces eran varias las empresas interesadas, algunas, incluso, para convertirla en residencia de ancianos y, finalmente, llegó la fiebre flamenca.

"El principal problema de Lazaga es que es un edificio muy caro en todos los sentidos", declara Vijande. No sólo de restaurar, también de dotar de contenidos y sobre todo, de mantener, y más en la época de austeridad que nos ha tocado vivir"… por lo que cualquier apuesta, pública o privada, va a ser complicada. "Sería preferible su uso público como Biblioteca o Archivo, pero cualquier opción prevalece sobre su derrumbe".

Opciones para el palacio sin el 'empuje Camarón'

María Elena Martínez Rodríguez de Lema.

Aunque muchos están satisfechos de que se aplique "el sentido común", la preocupación ahora es cómo conseguirá el gobierno el dinero necesario sin el reclamo que suponía el cantaor de cara a posibles subvenciones -y que serán invertidas, claro está, en el nuevo proyecto-. De hecho, uno de los argumentos que lograron convencer a los más reacios ante la fusión de polos opuestos fue la confianza en que ésta sería la única forma de poner en valor, por fin, la Casa Lazaga.

Toledo tiene claro que "no todo puede ser equipamiento municipal, lo público tiene un límite". Como profesional del sector, defiende la participación de empresas privadas que garanticen la conservación del Patrimonio bajo una serie de condiciones, por supuesto, "respetando el edificio con independencia del proyecto". Le secunda Vijande convencido de que "no todo puede nacer de subvenciones". "Sería de ayuda -concluye Sánchez- la figura de un agente que se dedicara a buscar inversiones, aunque el Patrimonio tiene todas las de perder". "si el empresario no prevé lo rentable de la inversión... difícilmente le atraerá", remata el gerente de Loggia.

Según Yolanda, estas inversiones son un verdadero acto de fe. "Hay que esperar al menos cinco años para recuperar algo, y recordemos que los mandatos duran cuatro". Esto sin mencionar, como indica Daniel Sánchez, "lo goloso de las rehabilitaciones de edificios históricos" donde las empresas ofrecen un presupuesto para luego incrementarlo tras la adjudicación. Muñoz Rey defiende, en cualquier caso, que "Camarón era un apoyo, pero no un condicionante para el futuro de Lazaga en cuanto a sus posibilidades de verse restaurada".

¿Falta de identidad?

Lo cierto es que poco se ha actuado sobre el Patrimonio durante el anterior mandato, expresa Yolanda: sólo el Castillo, con dinero de fuera -ya se sabe cómo acabó-. Esto se debe, y lo siente, a la poca sensibilidad que suscita el tema. "Los que verdaderamente apuestan acaban echándose para atrás por motivos económicos". Son inversiones demasiado importantes para proyectos rentabilizables muy a la larga, abandonados por cosas más visuales y automáticas. Si bien, critica que "tampoco hay tradición de ver el Patrimonio como un motor económico". Yolanda sugiere, ante la falta de fondos, que los proyectos se faseen. María Elena da un paso más. Echa en falta un apoyo básico por parte de las administraciones porque "no ponen ningún empeño en evitar que las cosas se pierdan definitivamente, ni siquiera facilitan su arranque a las empresas". Aunque las cosas no son lo que eran, rechaza que se destinen fondos a grandes obras de nueva planta como el Museo del Mar -que "lleva años deteriorándose y sin ninguna utilidad"- mientras nuestro Patrimonio ni siquiera tiene para obras de urgencia".

Daniel Sánchez Calle.

En cualquier caso, Muñoz Rey defiende este recurso como algo que debe ser económicamente rentable, autosostenible, "la cultura debe ser accesible, pero no gratuita", explica, en esto coincide con Vijande, que propone opciones: incentivos para los vecinos de la ciudad, una serie de jornadas extraordinarias al año... "hay que jugar con esos alicientes pero, al mismo tiempo, sacándoles partido".

Y siguiendo con la optimización de recursos, "no puede haber tropecientos museos y centros de interpretación paralelos, porque, desgraciadamente, no somos Madrid, Barcelona ni Málaga", explica Fran Toledo, quien destaca la necesidad de "centralizar". Una opción es convertir el Castillo de San Romualdo en el Museo de la Ciudad y Centro de Recepción de Visitantes, un centro dinámico desde donde redirigir a otros espacios, entre ellos, la casa natal de Camarón, el Museo Naval, el Zaporito o el Castillo de Sancti-Petri.

Bien planteado encuentra Vijande el proyecto de la 'vía cultural' empezando, precisamente, por dotar de contenido a este inmueble para seguir con el Museo Naval -pero permitiendo el acceso por la parte noble y sus jardines-, la Iglesia Mayor o el Teatro las Cortes, es decir, diferentes espacios culturales próximos entre sí. "Si funciona, se va ampliando".

"Antes de llevar a cabo cualquier actividad debemos plantearnos cuál es el ADN de San Fernando", esto es, su identidad a todos los niveles (patrimonial, arquitectónico...), o "la definición de sus características" como sintetiza Daniel Sánchez achacando el problema a la falta de consenso entre los distintos gobiernos: "Siempre que llegan uno nuevo, barren todo y empiezan de cero".