Amenábar: ¿El genio sobrevalorado?
Ahora que “Regresión” ha llegado a nuestros cines tras una intensa campaña promocional para desnudar sus muchas carencias, decepcionar en taquilla y hacer pensar a casi todos que lo de la peliculita en cuestión es una broma de mal gusto, carente de cualquier interés, querría repasar la breve pero intensa carrera del autor y que lleguemos a la conclusión –yo me incluyo- de si es un cineasta genial o un artista sobrevalorado por los medios y el público menos exigente.
Corría el año 1995 y José Luis Cuerda –creador de ese irresistible film de culto que fue “Amanece que no es poco”- asumió el mecenazgo de la ópera prima de un joven de apenas 23 años, de ascendencia chilena, tras quedar impactado por su cortometraje llamado “Himenóptero”. La idea central del film era crear una pequeña obra de suspense con las, muy de moda por aquel entonces, “snuff movies” como gancho argumental.
La película, rodada en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid durante el mes de Agosto del 95 para así abaratar costes, sorprendió a todos por su frescura e inmensa capacidad para captar la atención del espectador. Amenábar maravilló con una puesta en escena impropia de un debutante, manteniendo el suspense de forma magistral durante todo el metraje. Su gran éxito de taquilla, el triunfo en los Goya y la repercusión internacional obtenida en el Festival de Berlín glorificaron en tiempo récord a un cineasta joven y completo, que tanto dirigía el film como escribía el guión y componía la banda sonora.
La verdadera prueba de fuego le llegó con su segunda película, en la que debía confirmar las altas expectativas creadas en torno a su figura. El resultado no fue otro que “Abre los ojos”, un éxito de taquilla todavía mayor que consagró al cineasta en la industria.
El film posee la complicada capacidad de fascinar en todo momento, superando con creces su atractivo visual y una elegante puesta en escena a ese galimatías en el que se convertía la historia en determinadas ocasiones. De todos modos, su onírica propuesta – la historia surgió tras una gripe severa del autor con varias noches repletas de pesadillas – supuso un soplo de aire fresco para el anquilosado panorama del cine español de la época.
Tom Cruise quedó tan maravillado por “Abre los ojos”, que durante los títulos de crédito llamó a su agente para que intentara comprar los derechos. Este interés de la estrella cambió para siempre la carrera de Amenábar, que tuvo que padecer ese bodrio de “Vanilla sky” a modo de “remake aclaratorio” pero por el contrario pudo estrenar, gracias al enorme apoyo de Cruise como productor, su primera gran obra internacional: “Los otros”.
Teniendo como cabeza de cartel a la estupenda Nicole Kidman, en su último trabajo junto a Cruise antes del divorcio, y un presupuesto más que holgado para poder plasmar todas sus ambiciones, Amenábar llevó a cabo un film de suspense que homenajea dignamente a los clásicos. Sabe mantener un soberbio y sobrio pulso narrativo, conservando esa personal manera de fascinar con las imágenes. Lástima que el desenlace desvirtuara un tanto el producto final.
“Los otros” cosechó un inmenso éxito, siendo aún hoy en día la producción española más taquillera de todos los tiempos a nivel mundial con casi doscientos diez millones de dólares de recaudación tras un presupuesto de apenas diecisiete.
Con su particular lugar en la cumbre, Amenábar decidió un cambio de registro en su carrera cambiando el suspense por el drama. Además tomaba como premisa una noticia de hondo calado en nuestra sociedad en el que la eutanasia se convirtió en motivo de frecuente discusión. El film resultante no fue otro que “Mar adentro”, su auténtica obra maestra, con Oscar y Globo de Oro incluidos.
Amenábar nos obsequió con un maravilloso film, un verdadero canto a la vida que en manos de otro realizador menos habilidoso y sensible hubiese resultado un folletín lacrimógeno. Además consigue de Javier Bardem una monumental interpretación, una de las más complicadas de los últimos tiempos, que definitivamente le colocaron como actor de referencia a nivel mundial.
Todo funciona en “Mar adentro”, el maestro del suspense nos dejaba con la boca abierta en pleno salto sin red en el momento en el que cualquier otro se hubiera amarrado al éxito mundial cayendo en el auto plagio. Fue en este 2004 cuando Amenábar obtuvo el mayor de mis respetos, cuando vi a un cineasta mayúsculo que poseía la inmensa capacidad de sorprenderme. Pero desgraciadamente, hasta aquí llegó nuestro idilio.
En los últimos once años solo nos ha brindado dos producciones, pero ni rastro del talento del autor. Lo de “Ágora” en 2008 no dejó de ser una soporífera superproducción rodada con el piloto automático, sin pasión alguna. Solo la impecable factura del film le salvó del desastre artístico aunque no del comercial, ya que el film quedó lejos de recuperar su enorme presupuesto a pesar del gran éxito que obtuvo en nuestro país.
Quizás el fracaso en taquilla de “Ágora” le llevó a este extraño retiro cinematográfico de siete largos años. Pero para entregarnos “Regresión” tras todo este tiempo, bien podría haberse tomado un par de años más de reflexión.
Y es que en el fondo me niego a reconocer lo que me planteo de Amenábar tras sus dos últimas “perlas”. A veces llego a la conclusión de que su lastimosa última década es el fruto de la pérdida de la pasión por el cine, porque no queda ni rastro de ese joven y vibrante autor que conseguía maravillar con cada plano, con cada historia…
Con solo cuarenta y tres años, tiene sobradas posibilidades de volver a su grandioso pasado. Haré un acto de fe y tomaré este insulto llamado “Regresión” como algo menos ofensivo. Seguiré esperando con interés su nueva propuesta, su necesitada reinvención.