Novelas de a duro
Fue un señor con sombrero el que me abrió las puertas del conocimiento al mundo de los Bolsilibros. Por cuestiones generacionales, nunca había oído hablar de ellos, de hecho, cuando he indagado un poco más sobre estas publicacionesse me han planteado varias preguntas, varias dudas existenciales que me espantan el sueño por las noches.
Les cuento.
Es de justicia comentar que estos libros de bolsillo son un tipo de publicaciones que han existido siempre, incluso en su momento, fueron la estrategia principal de ventas a seguir por muchas de las empresas editoriales. Sin embargo, fue en la década de los cuarenta cuando la editorial Bruguera hizo que nuestro país se convirtiese en una España lectora, en un Estado leyente. ¿Y esto? ¿Qué en España se lea? Eso no puede ser cierto. Pues sí, señor, así fue. Y todo por una sencilla explicación. Porque estos libros de bolsillo de los que vengo hoy a hablarles también se llamaban, popularmente, “novelas de a duro” o “literatura barata”.
Y he aquí el quid de la cuestión. Porque detrás de todo este embrollo existe una filosofía editorial que en los tiempos que corren se ha perdido, o se ha querido olvidar: La de vender literatura a bajo coste. Incluso, este tipo de colecciones, daban la facilidad de devolver un ejemplar ya leído para comprar otro a mitad de precio. Ya ven. ¡Qué cosas! Lectura para el que la quiera, donde el dinero no era un obstáculo (y noestamos hablando, precisamente, de una épocaque se caracterice por una economía pletórica en las familias españolas).
El formato de estas novelas era muy reducido respecto a las publicaciones de otras empresas (10,5 x 15cm), un papel más bien basto y un menor precio de impresión fueron los factores que repercutieron e hicieron posible ofrecer al cliente final un precio tan ajustado.
¿Es necesario gastarse 20 euros para comprarse un libro y leer?
Pues mire ushted, no. Aunque actualmente se haya establecido este precio abusivo por las editoriales, queda totalmente demostrado que se puede hacer una tirada para colecciones a precios bastante económicos. Que se puede ofrecer literatura a los ciudadanos de a pie sin que tengan que llevar un avalista a la librería, que se puede hacer negocio sin vaciarle los bolsillos al comprador final.
Ojo. Y quizás no estemos hablando de alta literatura. Los “Bolsilibros” era una colección de novelas de estilos diversos, como por ejemplo: Oeste, ciencia-ficción, terror, policiacas o románticas. Muchas de estas obras escritas a contrarreloj por sus escritores (algunos llegaban a publicar una novela por semana), por lo que la calidad, en algunos casos, no era para tirar cohetes o rajarse las vestiduras. Pero hablamos de una literatura fácil, entretenida. Libros pequeños, cómodos de leer (algunas personas los leían en poco más de dos horas) y de transportar. El sustituto perfecto del Ebook (que tan de moda está, por aquello del reducido espacio).
De hecho, si les apetece indagar un poco más sobre el tema (aquellos que no lo conozcan), se llevarán una grata sorpresa al comprobar que entre los escritores de nuestra provincia se encuentra uno de los máximos representantes de este tipo de literatura. Les estoy hablando de Ángel Torres Quesada, escritor de ciencia ficción, gaditano, que colaboró con más de ciento treinta títulos (Sí, sí, más de ciento treinta novelas) en este tipo de publicaciones con el seudónimo mundialmente conocido A. Thorkent.
En fin. Lo que les digo. Que todas las noches le pongo un par de velitas a San Editorino para que las empresas del papel miren un poco al pasado, aunque sea de refilón, y recuperen este tipo de publicaciones. Sería un placer montarse en el bus, en el tren o esperar el turno en la carnicería mientras la gente lee a cambio de unas monedas.
Que esto ya ocurrió en su momento.
Que es posible.
Que solo hay que quererlo.