Un segundo
Puedo asegurarte, mi amor, que no fue al oír tu voz; aquellas palabras quedaron guardadas en mi mente sin motivo, de nada servían, de hecho, nada nos aportaron a ninguno de los dos.
No fue el momento en el que me hablaron de ti; alguien más que tenía el don de atrapar al mundo con sus letras, con la inspiración que el propio sentir nos proporciona a tantos escritores.
No fue, tampoco, cuando vi tu rostro frente al mío, aunque no voy negar ahora, que no me llamó la atención lo que podía sentir escondido tras esas enormes gafas de sol. El deseo prohibido que, de nuevo, venía a visitarme sin saber que, esta vez, no conseguiría motivarme.
No fueron las conversaciones que fluyeron por encima de la mesa, ni las que imaginé por debajo; la curiosidad empezaba a quemarme por dentro, pues tras tus palabras de alegría yo intuía, sin entender por qué, cierta melancolía.
No fue cuando juntos recordamos esa llamada absurda, esa sensación de inoportunidad y todas las situaciones que, sin habernos dado cuenta, nos habían estado uniendo a lo largo de la vida.
No fue ni siquiera cuando tuve que negarte mil veces, cuando me recordaba lo mal que suelen acabar mis retos emocionales, mis conquistas improvisadas, mis sueños imposibles...
No, no fue nada de eso. Fue...el instante justo en el que andábamos distraídos, en el que nuestras mentes se relajaron ante las pequeñas señales que habíamos estado esquivando; y fue precisamente ese, el momento en el que el Universo aprovechó para acercarnos tanto, que al girar nuestros cuerpos no pudimos más que sentirnos...
Fue entonces cuando nuestras miradas se cruzaron sin cristales que separasen la verdad, sin palabras que disfrazasen las mentiras, sin otras almas que nos hiciesen perder la frecuencia que las nuestras buscaban....
Fue ese único segundo, que pareció ser un siglo, el que consiguió abrir cada poro de nuestra piel para oler la fragancia que desprendían nuestros corazones al reconocerse, nuestros sentimientos al reencontrarse, nuestros ojos al volver a mirarse.
Fue ese segundo...tan sólo un segundo...lo que me aseguró que para el resto de la vida, tu alma y la mía permanecerían unidas.