Olas de pasión
Hace unos días subí sobre una ola para sentir las pasiones de quienes las consideran su hogar. Es fácil explicar que los segundos se hagan horas cuando estamos inmersos en nuestras propias pasiones; es difícil comprender que otros dediquen tantas horas a algo que nuestra alma no puede sentir. No se me hace raro sentarme delante de mis folios en blanco cuando el sol aún está vistiendo el cielo, y levantarme cuando la luna hace ya rato que lo arropó con su manto de estrellas. Al rozar las teclas mis manos conectan con todo lo que mi corazón siente y, es tanto a cada instante, que se me hacen cortos los momentos en los que me puedo dedicar a compartirlo. A pesar de esto, se me hacía extraño ver a otros dedicar casi todo su día a otras acciones; lo que ahora entiendo que no son más que sus propias pasiones.
Como os iba diciendo...hace unos días subí sobre una ola. Siempre me ha gustado ver cómo otras personas desafiaban las leyes de lo aparentemente natural. Los "amantes de las olas", bajo mi punto de vista, han vencido el frío, el calor, el cansancio, la gravedad y, por supuesto, el miedo; pero, sobre todo, han ganado la virtud de la paciencia. Siempre pensé que estar sentados, en medio del silencio, esperando el momento de sublimar sus emociones, debía ser mucho más gratificante de lo que nadie, sin más, pudiese imaginar.
No voy a deciros que he surfeado hasta el punto de poder sentirme como uno de ellos. Todo lo contrario; he tenido un contacto de menos de una hora. He soñado con el mar, con poder acariciarlo y bailar juntos; un perfecto trabajo en equipo que nos hiciese sentir la fuerza que ambos poseemos. Pero después, he tenido que luchar, ante mi sorpresa, con aquellas que había entendido como mis compañeras; no es fácil adentrarse dentro de su alma, pues pone alto precio al placer de sentirlo, por una vez, por debajo de nuestros pies... He deseado que llegase a mí y me arrastrase hasta donde mi destreza me permitiese dejarme llevar; le sencillez que percibí desde mi ojos, se hizo todo un terremoto en el instante en el que decidí hacerlo con todo mi cuerpo.
He tenido que vivir esta experiencia para, después de todo, darme cuenta de que, tras todo ese tiempo invertido en llegar al punto en el que podemos unirnos, llegan los segundos más intensos de todo ese juego de poderes. Meter mis brazos en ti, notar el momento preciso en el conectamos, sentir tu empujón como un abrazo que me envuelve en la solidez que ni la propia tierra podría darme, ver cómo me elevas y creer que soy el ser más afortunado del planeta cuando me dejas caer sobre tu espuma, elevando la adrenalina que me permita ponerme en pie y, aunque sea tan sólo durante un segundo, sentir que he conquistado el mundo.
Hace unos día me subí en una ola y, desde entonces, no sólo comprendo la pasión de sus "amantes", sino que se abre un nuevo agujero de luz en mi alma, para saber, desde hoy y para siempre, que las pasiones de cada cual son las que nos permiten vivir de la forma más real, en esa vida en la que no existe el tiempo mientras disfrutamos de lo que hacemos; donde no nos importa que no nos entiendan, pues no es algo que elegimos, sino que, simplemente, somos; donde, sin poder evitarlo, tratamos de contagiar al mundo con lo que nos hace vibrar, ser, sentir y soñar ... Y tú ¿encontraste tu ola ya?