El autor, Manuel Cubero.

La primera novela de este escritor, director de Teatro y profesor de Lengua y Literatura afincado en San Fernando puede descargarse en formato digital a través del siguiente enlace.

Es profesor de Literatura, muy conocido y querido aquí en La Isla. Ya jubilado, dedicó toda su vida a la docencia, a la enseñanza de las letras y a su investigación, pero también permitiéndose licencias creativas desde que a la edad de 12 años lograra su primer premio literario, en Andújar. Cuenta en su haber con más de 300 cuentos escritos y un amplio repertorio de micro-relatos, algunos de ellos publicados en su blog, ‘Retazos y Retozos’, también en revistas y antologías de todo el ámbito hispanoamericano como el Archivo Hispalense (Sevilla), Cuanto Cuento (Toledo), Magia Literaria (Mérida, Venezuela) o Ediciones Alondras (Quebec, Canadá). Y, por supuesto, que no falte el teatro, otra de sus pasiones con la que aún hoy sigue por afición, además de participar en tertulias literarias y todo evento cultural que se precie.

Se declara “íntimo” del Guadalquivir al haber girado siempre en torno a las provincias de Córdoba, Jaén, Sevilla y Cádiz. También “forofo” de todo lo relacionado con la cultura popular, con los caseríos y fincas rurales donde vivió gran parte de su infancia, porque “es lo que imprime personalidad a los pueblos”.

Ahora se ha atrevido por fin publicar su primera novela: ‘Retratos de una Isla’.

Un libro cuyo carácter define como ‘histórico-costumbrista’. Un paseo por el San Fernando del XIX para narrar acontecimientos que “ocurrieron o pudieron haber ocurrido”, manifiesta Manuel Cubero en referencia al nivel de rigor histórico al que se acoge la novela. Es decir, su contexto es 100% real. Algunos de sus personajes, también, y sólo donde la historia no alcanza a conocer los pormenores del día a día es cuando entra en juego la imaginación para hacer de ésta una de las lecturas más amenas del verano.

En medio de ese batiburrillo, la vida de un pueblo encerrado en su orgullo. La cobardía de unos, la caballerosidad de otros, el heroísmo del pueblo llano y la desgracia de algún honesto militar español caído en desgracia desfilan ante nosotros.

Imagen promocionar de la obra.

Así se presenta lo que comenzó “de rebote”, según explica su autor, a partir de una obra de teatro realizada con motivo del Bicentenario de Las Cortes. “Jesús Maeso, entonces jefe de servicios en Asuntos Sociales, y la delegada provincial del área me retaron a escribir una obra que rememorara la efemérides”, recuerda Cubero, que por aquel entonces colaboraba con el grupo de teatro de pensionistas ‘Candray’ y no se pudo resistir. Siete u ocho meses fue lo que tardó en gestarse ‘La taberna del diablo’, basada en la Batalla de Chiclana que circuló por muchos centros de día y teatros de la provincia de Cádiz.

Pero “una obra de teatro que trata temas históricos tiene que decir verdades… tantas, que para este formato eran inabarcables”. Por eso se puso a trabajar en la novela, de forma intermitente, por amor al arte, durante más de un año. Sin ambiciones, sin pretensiones, porque “prefiero tener mil lectores antes que ganar mil euros”. De ahí que optara por su edición en formato digital, contando con más de dos centenares de descargas en las escasas semanas que lleva publicada.

Para hacerla realidad recurrió a diversos manuales de Historia de España, a la Biblioteca Virtual del Instituto Cervantes, la Biblioteca de Sevilla, la Nacional, la de la Universidad de Alicante y, por supuesto, a fondos hemerográficos… “he hilvanado todos los datos para crear una historia donde el 99% de los acontecimientos narrados son verdad”. Lo que más les llamará la atención a los isleños, posiblemente, sea “la parte anecdótica inicial, porque revivo lo que era la vida del pueblo, historias que muchos conocerán por los testimonios de sus abuelos”.

“Si no llega a ser por los ciudadanos de a pie, salineros, pescadores de la Bahía que tan bien conocían los caños, no hubiéramos podido contra los franceses”, explica, ofreciendo algunas pistas sobre los protagonistas de esta obra ya aplaudida, entre otros, por la profesora de Física Nuclear de una universidad puertorriqueña, “cosas como ésta son las que te permiten darte por satisfecho -afirma-, ¿de qué sirve la ambición?”.