Orgullo
En un par de días se celebrará en muchas ciudades del mundo el Día Internacional del Orgullo Gay. Lo que comenzó siendo un acto que conmemoraba la primera vez que, en 1969, un grupo de homosexuales se oponían a las leyes que los "encarcelaban" dentro de sus propias vidas, se ha convertido en una gran fiesta, donde, sin lugar a dudas, lo que prima es el disfrute y gran desembolso económico que llevan a cabo sus asistentes. Una reivindicación política convertida en fiesta popular. Los tiempos cambian...
Como siempre, allí donde la mayoría va, vamos todos sin preguntarnos ni siquiera por qué. Pedimos igualdad en un estado donde la "tenemos", por lo tanto, la reivindicación está totalmente fuera de lugar, de la misma manera que lo estaría si alguien con "tendencias" heterosexuales saliese a la calle a gritar que lo es.
Entiendo que tantos años de silencio nos den ganas de chillar ahora que tenemos la oportunidad, pero, bajo mi punto de vista, es seguir poniendo etiquetas donde tan sólo debería haber respeto. El orgullo que debemos sentir es el de aceptar a cada uno como es y dar todo lo que tenemos a quienes lo necesitan y, doy por hecho que nos somos los más necesitados de este país. Decir que eres gay sin serlo o, sencillamente, estar a favor de que se nos siga diferenciando del resto, no es lo más digno que puede hacer el ser humano por sí mismo; pues los que gritan esto al mundo, también susurran criticando a otros que por qué no van a merecer el mismo respeto, ¿tan sólo porque no piensan o actúan como ellos? Irónico...
No digo que la homofobia haya acabado y que no tengamos que seguir luchando por terminar con ella, pero a esos "valientes" querría ver yo enfrentándose en la adolescencia a personas que tenían consigo la ausencia de leyes para insultarnos, pisotearnos y marcarnos con recuerdos que nuestras almas jamás superarán. A ellos querría observar cuando aún hoy, con la ley de nuestra parte, se nos echa de donde hay "derecho de admisión", tan sólo porque dos lesbianas no "ponen" a los chicos que entran en ese bar a ligar. A los dueños les contaría cuántas veces esos supuestos hombres se han creído con el derecho de tocarnos o proponernos obscenidades tan sólo porque nos hemos enamorado de alguien que podía aportarnos mucho más que eso. Sí, a todas esas personas solidarias me hubiese gustado ver en la puerta de esos trabajos en los que cada día se maltrata de forma psicológica a quienes no tienen motivos para echar, pero sí cientos de fobias por las que amargarles la existencia...
Por tanto, mis palabras no indican que mi postura sea la de esconderme, pues, precisamente yo, vaya a donde vaya, siempre llevo a mi Amor de la mano. El amor es de quien lo siente y no hay por qué darle más intensidad de la que ya tiene dentro de quienes lo poseen; mis letras no están enfadadas con quienes nos muestran su apoyo, tan sólo piden que nos den normalidad si es que quieren ayudarnos, que dejen de hacernos más distintos a ellos, pues nadie es igual a nadie. No puedo decir que me parezca mal, después de todo lo vivido, que se celebre nuestra LIBERTAD, tan sólo, que no caigamos en lo que es una forma de enriquecer a otros y de limpiar conciencias que ya no tienen marcha atrás.
No somos un negocio, ni un color, ni ninguna bandera. Somos personas que nacimos con el don de amar a quienes nos llenan el alma de buenos sentimientos, sin importar qué llevan debajo de su ropa, con la valentía auténtica de anteponer nuestro corazón al qué dirán, ante las miradas que aún nos condenan, ante los dedos que todavía nos señalan, ante el desprecio de quienes no aprendieron a amarse a ellos mismos.
Por todo esto, hoy pido a quienes se enamoran de su mismo sexo que lo hagan sin pensar que son mejores por ello, que merecen un día señalado que no sea otro que aquel en el que encontraron el amor verdadero; informo, a los que creen ayudarnos comparándose a nosotros, que nosotros no queremos ser como vosotros, pues nunca diremos que somos heterosexuales sin serlo, nunca gritaremos que tenemos amigos con esas "tendencias", ni nada de eso formará jamás parte de nuestras "buenas obras del día".
La cuestión es, si estamos dispuestos a dejar de poner etiquetas y empezamos a tratarnos como lo que somos, pequeños trocitos de un mismo Universo que tan sólo mueve sus hilos con el afán de que comprendamos que todos somos un perfecto conjunto de imperfecciones que dan a la vida la perfección idónea para ser felices.
Me siento orgullosa de tratar a todos con el mismo respeto, de ocuparme de mi felicidad para poder hacer feliz al mundo; me siento muy orgullosa de ser quien y como soy y de haber superado todas esos momentos ante los que el mundo dio la espalda para poder engañarse pensando que ya no pueden hacernos daño; me siento y me sentiré orgullosa de mí misma y de los que son como yo, no tan homosexuales o heterosexuales, sino tan VALIENTES; y me siento orgullosa, no sólo el 28 de junio, sino todos y cada uno de los días de mi maravillosa vida... Y ahora dime...¿De qué te sientes orgullos@ tú?