Publicado el: Dom, 14 Jun, 2015
Opinión

El Corpus Christi y el Rosario de la Aurora

La Patrona

La Patrona.

El domingo pasado pese al fortísimo viento de levante, que algo deslució,  no impidió que la procesión del Corpus Christi, tuviese un éxito mayor del que se describió en mi artículo -la procesión de las procesiones- el domingo anterior. Así como los conseguidos en  la jornada de los actos previos a dicha procesión. Y fue también el domingo pasado, en mi  otro artículo -una procesión, una esperanza- donde comenté que seguramente era la del Carmen una de las advocaciones de la Santísima Virgen María tan conocida universalmente como  venerada y querida.

Hoy retrocediendo en el tiempo, le dedico estas líneas para decirle públicamente cuánto la quiero, cuanto la necesito y en ocasiones, cuánto la echo de menos, porque eres ¡Tú, Reina, Madre y Flor del Carmelo!  Una imagen muy  respetada en la tierra y en los mares del mundo entero. Y no digamos del amor y la devoción, que siempre has gozado aquí en esta Isla de León,  donde se te venera con extremada pasión.

Altar de Culto,

Altar de Culto.

Y basta recordar con gran satisfacción -cuando se dan las condiciones- ¿Cómo la quieren las gentes? ¿Cómo la acompañan en procesión? ¿Cómo la respetan y la veneran? ¿Cuánta fe les profesan? ¡Qué exquisita devoción! ¿Cuánto mimo y ternura les prodigan? ¡Nunca le falta en su Altar una flor, una vela encendida ni un donativo a su favor! ¿Cuántas súplicas les solicitan? ¡A veces, les piden lo peor, hasta lo que no tiene cura, arreglo ni solución! Pero ahí está Ella, transformada, solícita, dispuesta y, en ocasiones, a lo mejor accede. ¿Por qué no? ¡Y concede lo imposible sin premura ni condición! ¡Y es que la Virgen es Madre! ¡Y también es Amor! ¡Es consuelo y esperanza y sabe mucho de dolor, del sufrimiento de su hijo -el Nazareno- y de tantas gentes que sufren y se mueven a su derredor!

Nuestros Caños.

Nuestros Caños.

Apareció milagrosamente como si fuera un regalo de Dios, que llovido del Cielo cayó en el océano. Y como una estrella fugaz a esta Isla  a través de sus caños llegó. Y de la mar es protectora y de sus navegantes también Patrona. Por eso, entre tantos títulos, ninguno fue tan acertado y mejor que el de ‘Estrella de los Mares’ ¡Y  desde entonces de ésos mares, en su protectora se convirtió!

Vestida de Carmelitana.

Vestida de Carmelitana.

Y en torno a su bendita imagen creció un pueblo sencillo y creyente de mariscadores, pescadores y salineros, de particulares y de militares. Y todos unidos -llenos de fe- junto a los Padres Carmelitas fomentaron su culto y la instalaron en su Convento. Y allí permanece alojada para recibirnos, amarnos, hablar con Ella y comunicarnos. Y se le rinden los cultos y los máximos honores, que le corresponden como Virgen, Madre, Alcaldesa y Patrona.

Su Convento.

Su Convento.

Y  probablemente cuando este artículo llegue al lector, el pueblo isleño, tan receptivo y devoto. Al alba ya ha tenido la ocasión ‘añorada de tiempos remotos’ de acompañar de regreso a la Virgen a su Convento,  mostrándoles sus afectos y sus votos, que hoy como nunca lo recibe risueña y radiante, envuelta en la nebulosa de su aureola en un recuperado  ¡Rosario de la Aurora!

Sin corona y con velo.

Sin corona y con velo.

Y la Virgen va modesta y humildemente vestida como a Ella le gusta. Sí, va contenta y pletórica de alegría, va rodeada de muchos fieles, porque sabe que a ellos también les gustan, que vaya  vestida de marrón -su hábito bonito- uno de los que le sienta mejor. Y su pueblo lo agradece y no encontrará otro momento mejor,  más íntimo, más cercano ni de tanta emoción, que cuando la Virgen sale en parihuela vestida de carmelitana, llevándola sobre sus hombros y dedicándoles -Dios sabe- cuántos piropos y cuánto amor.

Y ya cerca del Convento es una explosión de júbilo y de sentimientos. Y también un derroche de cantos,peticiones y oraciones. ¡Y es que el pueblo se maravilla inclinándose de rodillas y pasándose de hombros a hombros así de sencilla a su Madre y Patrona, con corona y mantilla! Y pienso… ¿Y si alguna vez…?  ¿La viésemos sin corona y con velo? ¿Cómo quedaría?

Por eso déjame decirte Madre mía, que en parihuela se te ves mejor, más bella, hermosa y cerquita. ¡Y sobre ella te esperamos siempre por favor! Porque ya no cabe decir otra cosa mayor, que no sea ¡Bendito Rosario de la Aurora y Gracias Virgen del Carmen por su recuperación!

Sobre el autor

- Profesor, articulista y cofrade.

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