Alzado del barco una vez reparado, tal como se habría expuesto.

A colación del ilustrativo artículo publicado en este medio el pasado 3 de Marzo escrito por D. Enrique Galea Outón, me ha venido a la memoria las gestiones que en su día hice para que La Isla dispusiera de su CANDRAY.

A finales del año 2007, en una charla de café mantenida con el responsable de la Gerencia de Cultura en aquel momento, me expuso la idea de dotar a La Isla de un candray como homenaje a nuestra desaparecida flota salinera, barajándose dos ideas de ubicación; una era ponerlo a flote en el Zaporito cuando estuviera terminada la remodelación, posibilidad que se desechó por el poco calado en marea baja que tiene la lámina de agua, y la otra la colocación en una rotonda o basamento que se construyera a tal efecto en sus proximidades.

Como muy bien documenta el Sr. Galea, en La Isla ya no quedan candrays solo esqueletos imposibles de restaurar, por lo que dada mi condición de antiguo salinero y persona relacionada con la flota pesquera artesanal, me puse en marcha de forma totalmente altruista, para buscar algo que fuera congruente con la idea que se me había transmitido.

Tras hablar con muchas personas del gremio y estudiar las distintas posibilidades que se presentaron, dimos con una antigua barcaza de almadraba nombrada LA ANA, de unos diez metros de eslora y dos proas (popa de buceta en el argot) que se encontraba varada y sin uso, por lo que nos pusimos en contacto con su armador, explicándole el destino ornamental que se le pretendía dar, y que accedió a cederla gratuitamente al Ayuntamiento.

Embarcación “MAMBRINO” Año 2011.

A partir de ese momento se confeccionó un proyecto de “REPARACION DE BARCAZA DE ALMADRABA Y SU CONVERSION EN CANDRAY”, se contactó con una carpintería de ribera que preparó el presupuesto de reparación y por parte del Ayuntamiento se elaboró la documentación correspondiente para la aceptación del bien, la cual firmaron ambas partes y se materializó la adquisición del barco para La Isla sin coste alguno.

Ya estaba todo encauzado, incluso se había conseguido gracias a la colaboración de otras entidades que el transporte y la confección de la manga de la vela se efectuaran gratuitamente, pero como las cosas de palacio van despacio, en este caso no iban despacio sino que inexplicablemente se quedó parado.

Luego vinieron las elecciones y siguió todo en el mismo estado de letargo.

Posteriormente, ya con la nueva Corporación en marcha, desapareció la Gerencia de Cultura, pero en una conversación casual con personas responsables del Consistorio salió el tema y se retomó de nuevo, girándose una visita conjunta al lugar donde estaba varado el barco llevándonos la sorpresa de que había desaparecido.

Puestos en contacto con el armador nos manifestó que como nadie había ido más por allí ni le habían vuelto a hablar del barco, creía que hacía tiempo que ya lo habían retirado para repararlo y como su empresa había desguazado unos y vendido otros que estaban en condiciones similares, desconocía en realidad que había ocurrido con LA ANA.

Nuestra desazón fue mayúscula, pero tras varias conversaciones de nuevo con los armadores, estos para resarcir al consistorio de tamaño error, donaron otra embarcación nombrada MAMBRINO construida el año 1.935 de las mismas características físicas que la anterior pero de más entidad, de 16 metros de eslora y aprox. 3,5 metros de manga, que aunque llevaba un tiempo varada, su estado general era bastante bueno.

EL MAMBRINO cuando estaba operativo unos años antes.

Las obras que había que llevar a cabo en líneas generales eran, reclavado, y sustitución de las tablas que por su estado lo requirieran, calafateado y enmasillado de las juntas y frentes de tablas que lo precisasen, recrecimiento de la roda y muras de proa para darle un aspecto más parecido al candray ya que el barco de almadraba en sí es bastante plano, colocación de un mástil y su aparejo, antena con su manga de vela tal como se muestra en el croquis del proyecto, lijado del casco, pintado, etc.

Para tal fin se construyó un basamento rectangular en las proximidades del molino de mareas del Zaporito.

Pero posiblemente las circunstancias económicas del momento, han impedido ni siquiera poder iniciar la obra de recuperación del barco, con lo que una vez más nos quedamos sin la referencia única del transporte de sal por los caños de La Isla durante la finales del siglo XIX y primera mitad del XX.

Otras ciudades del entorno, Chiclana, El Puerto, Barbate, Sanlucar, Chipiona, etc sí han colocado en diversos lugares emblemáticos sus signos de identidad en cuanto a su tradición marinera se refiere.

Nosotros seguiremos esperando. No sé si en algún momento se podría retomar esta iniciativa, desconociéndose en tal caso si aún existiría el barco, cuál sería su estado y si podría ser viable aún llevar a cabo su recuperación.

José Mª Abad Casal