Te fuiste
Y te fuiste, llevándotelo todo. Y aquí solo dejaste frío. Te fuiste rompiéndome el alma en dos, desarmando todos y cada uno de mis argumentos, descosiendo recuerdos que acabaron en una caja. Te fuiste y me dejaste miedo, me dejaste versos jamás escritos y silencios que gritaban entre el humo de mis cigarrillos. Te fuiste, llevándote los besos de la orilla de mi cama, dejándome los pies fríos y un par de lágrimas para mi almohada. Te fuiste, llevándote el olor a café por la mañana, el sonido de la lluvia en mi tejado. Hasta de amar te llevaste mis ganas.
Y te fuiste, porque no podía acabar de otra manera. Porque mis huellas se borraron cuando en ti subió la marea. Te fuiste, porque tu tiempo y mis reproches ya no iban de la mano. Te fuiste porque llegó el invierno, y yo jamás volví a ser verano.
Que mi brújula no apunte al norte, y que mi norte sea siempre el sur. Que el sur me lleve a caer en errores, y que los errores me llenen de experiencia. Que la experiencia construya mi camino, y que mi camino se dicte por las decisiones tomadas. Que las decisiones tomadas afiancen mis pasos, y que mis pasos se guíen siempre por el corazón. Que el corazón se llene de momentos, y que los momentos sean eternos aunque duren un instante. Que un instante sea lo justo para reaccionar, y que mis reacciones vayan precedidas de mis actos. Que mis actos nunca traicionen mis ideales, y que mis ideales no se limiten a las palabras. Que las palabras sobren cuando sea preciso, y que lo preciso siempre lo justo. Que lo que es justo presida mi discurso, y que mi discurso lleve la felicidad por bandera. Que mi bandera esté colmada de derrotas, y que las derrotas no me impidan ver los triunfos.
Ojalá que mi brújula no apunte al norte, y que mi norte sea siempre el sur.
María Fernández Seda.
Me alegro mucho, que María haya decidido colaborar con El Castillo.
Para pensar un poco