Como tiene que Ser
En más de una ocasión he comentado en mis reflexiones la importancia de entender que las cosas son tal y como tienen que ser. Comprender esto es una ventaja, sobre todo, cuando las cosas van mal, pues si hay algo que no sale, por mucho empeño que le pongamos, es sencillamente, porque no es lo mejor para nosotros o, tal vez, no es el momento más oportuno para que ocurran.
Sin embargo, es bonito darnos cuenta de que esta afirmación es válida también para lo contrario. Es decir, que cuando tiene que ser...es. Hay veces que algo va bien y no nos damos cuenta de que con pequeños cambios alrededor no hubiese sido posible; no nos percatamos de que cuantos más impedimentos se nos presentan más soluciones se nos ofrecen; no somos conscientes de hasta qué punto el Universo mueve sus hilos para conspirar a nuestro favor.
Eso mismo es lo que pude, o más bien, pudimos ver el sábado pasado en el evento que hicimos en Puerto Real. Cuando ya estaban todos sentados, y esperando el momento en el que me subiese al escenario, entró la policía y nos dijo que teníamos treinta minutos para desalojar el local (el pub donde lo realizábamos y que, como muchos otros, está siendo azotado por las denuncias de una vecina a la que, al parecer, le molestan los ruidos que emite).
El momento de magia comienza cuando ninguna de las personas que sale de allí da el evento por cancelado. Todo lo contario, empiezan a coger sus teléfonos móviles y a llamar a otras que nos pudiesen facilitar, en cuestión de minutos, un lugar en el que comenzar con lo que, se preveía, iba a ser una noche llena de fuertes emociones.
En menos de cinco minutos llegamos a tener incluso varias opciones donde elegir. Calculo que habría un mínimo de setenta personas. Y...tomada la decisión del lugar, todos, sin faltar ninguno, hicimos una perfecta caravana de sueños que nos llevaría hasta el sitio elegido. Al mirar por el retrovisor no me podía creer lo maravilloso de la escena. Me resultó imposible ver dónde acababa la fila de coches y, mientras la sonrisa agrandaba mi rostro, iban ellos con toda su ilusión a hacer realidad mi mayor pasión.
Si yo les había invitado a vivir la magia de sus vidas, sin duda ellos me hicieron sentir, como nunca, toda la que hay en la mía. Si mi pretensión era la de darles las claves que les llevarían a alcanzar todos sus sueños, fue evidente que ellos tenían la llave de todos los míos. Si me había olvidado de sonreír a la vida en algún momento, ella me estaba dando motivos de sobra para no volver a hacerlo jamás.
En conclusión...hay cosas que, independientemente de los muros que tengan por delante, siempre llegarán a ser lo que son...sueños que se hacen realidad gracias a la fuerza del Amor que nos dan.