Creo que resulta evidente decir que este mes de Enero recién iniciado, es el mes con el cual comienza un año nuevo. Un mes al que bien se le podría denominar el mes -de los buenos propósitos- y de las mejores y más nobles intenciones.

Sí digo bien, el mes de los buenos propósitos, el mes tras el cual pretendemos entrar en un año nuevo lleno de renovadas ilusiones, apartando de nuestra habitual actitud y de nuestro entorno todo aquello -qué reflexionando- hemos dejado de hacer.  O también analizando todo lo realizado, pero consciente tal vez, de no merecer una  calificación más allá de un ajustado aprobado.

El fin de año es el punto clave y de partida tras los últimos brindis de despedida de un año más que se no fue, cuando en realidad se cumple el axioma -de más es menos- es decir un año menos de nuestra limitada existencia para plantearnos tomar serias decisiones con la consabida frase, que todo conocemos: ‘a partir del año que viene haré o no tal o cual cosa’.

Y ese deseo como propósito es legítimo y está  bien, pero será mucho mejor si lo que proponemos se lleva  a cabo cumplida, efectiva y razonablemente. Y no, que se quede en una simple declaración de buenas intenciones.

Dicho esto, cada uno sabe perfectamente que debe rectificar, mejorar o desarrollar en su comportamiento frente a todo lo que le rodea: familia, amigos, estudio, trabajo, relaciones humanas, divinas, alimentos, aspiraciones, conquistas, superaciones y todo aquello que contribuya al beneficio de la formación integral de la persona ante la vida ya sea  hombre o mujer.

Y no cabe la menor duda, que aunando todos estos conceptos y ordenándolos convenientemente, nos ayudarán encarar la vida de manera prudente, sosegada y enriquecedoramente.

La frase que tan ligera, coloquial y habitualmente se practica diciendo -año nuevo vida nueva-. No puede ni debe ser un simple slogan publicitario. Y pierde todo su sentido ‘si no se cumple’.

Por eso la capacidad de nuestro intelecto, resulta ser el factor más dominante qué, ejercitándolo nos conduzcan a tomar buenas y sabias  decisiones en el devenir futuro de nuestras vidas.

Y estas connotaciones de rango individuales son igualmente  aplicables para la colectividad en materia de desarrollo y superación. Y sólo cuando estas circunstancias afloran y se manifiestan, estaremos realmente más cerca de llegar al punto propuesto y como consecuencias al bien común y a la felicidad.

Queridos lectores, ni por asomo pretendo convertirme en salvador de la patria, ni adoctrinar a nadie, ni algo por el estilo. Pero sí soy consciente de que estas semblanzas, refrescan la memoria, elevan el espíritu y ayudan a plantearse o al menos intentar ser mejores consigo mismo y con los demás.

Bienvenidos pues a este 2015 con ilusiones, con alegría y con proyectos aun sabedores de sus dificultades, pero con optimismo, con deseos de superarse y convencidos, porque no hay peor lucha que la que no se hace o no se practica.

Así visto, todos los sectores de nuestra ciudad se pondrán en marcha con sus correspondientes fines y objetivos decididos para ejecutarlo durante este año. Y en el sector cofrade, propio de esta página no se puede soslayar ya el avistamiento, el olor a cera, a incienso o a la cercanía (cercanía cofrade) de una nueva Cuaresma y tras ella otra esplendorosa y devota Semana Santa.

Por tanto el calendario cofrade que está lleno de actividades, ya desde primero de año se ha iniciado  con los cultos del Señor de La Isla y de su  Bendita Madre de Los Dolores, Madre de Dios. Y a partir de ahí, continuarán en cadenas todos los demás, que a propósito de ellos y de todo lo relacionado con el mundo cofrade serán objetos de comentarios en esta página. Comentarios como siempre  altruistas, pedagógicos, didácticos y renovadores.

Finalmente, dedicar unas palabras de reconocimiento a la iniciativa del primer e inédito –Encuentro Provincial- de hermandades y cofradías, que se celebrará la próxima semana en Jerez, augurándoles el mayor éxito y las mejores conclusiones posibles en pos del  futuro de nuestras queridas corporaciones a través de la religiosidad popular encarnada en la Semana Santa.