Publicado el: Dom, 18 Ene, 2015
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La Milagrosa de San Carlos, una imagen centenaria

Virgen Milagrosa de San Carlos, ahora en San Francisco

Virgen Milagrosa de San Carlos, ahora en San Francisco.

Dos meses lleva ya Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa, del hospital de San Carlos, gozando del fervor de los fieles en el baptisterio de la Parroquia de San Francisco, que este año cumple su CCL aniversario bajo jurisdicción castrense.

Dicha advocación, de origen francés, comenzó a propagarse por Europa desde la supuesta aparición de la Virgen María a sor Catalina Labouré en 1830 con todos los atributos hoy de sobra conocidos: túnica blanca, manto azul turquesa y rayos luminosos brotando de sus manos cual despliegue de gracia sobre la tierra. Tres simulacros de la Milagrosa se veneran en San Fernando; el del hospital, ahora en la parroquia castrense, el que ya albergaba dicha parroquia desde los años 20 y otro, en la iglesia de La Casería, más un cuarto de pequeño formato en el banco del retablo de Jesús Nazareno, en la Iglesia Mayor Parroquial.

La imagen de San Carlos es la más interesante. No destaca tanto por sus méritos artísticos como por los históricos y, ante todo, devocionales, pese a pasar inadvertida durante su centenario el pasado año. Porque en efecto, la leyenda que existe sobre la peana de la Virgen desvela el año 1914 como fecha de su factura. Un dato que pudo ser corroborado por el artista Juan Pérez Bey durante el proceso de limpieza que aplicó a la imagen a su llegada a San Francisco después de que el antiguo hospital de Defensa fuese traspasado al Servicio Andaluz de Salud.

Retablo neogótico en el primitivo hospital

Retablo neogótico en el primitivo hospital. Archivo Quijano.

No es de extrañar la fecha de ejecución, dado que sólo cinco años antes, la Asociación matriz de la Medalla Milagrosa había sido aprobada por San Pío X. Por aquel entonces ya estaban en San Carlos las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul, congregación religiosa a la que pertenecía sor Catalina Labouré e íntimamente ligada a esta advocación mariana, cuya experiencia isleña ha sido pareja a la vida de este centro hospitalario hasta su marcha definitiva en 2008.

Ya en fotos antiguas de Quijano puede contemplarse a la Milagrosa presidiendo el oratorio que existía en el antiguo hospital de San Carlos, en el camarín central de un retablo neogótico y flanqueada por las efigies de San Carlos Borromeo y San José. Todas ellas salidas, casi con toda probabilidad, de los por entonces populares talleres de Olot, con muy mala prensa hoy en el mundo cofrade debido a su producción de imágenes en serie. Si bien dichas tallas parecen presentar una calidad superior a la media de sus homónimas por datar de un momento en que dichos talleres aún no sufrían de un masivo nivel de industrialización.

Virgen Milagrosa de San Francisco

Virgen Milagrosa de San Francisco

Tras el derribo del primitivo hospital, las tres imágenes del retablo se repartieron entre el oratorio del nuevo edificio levantado en 1981, que continuó siendo presidido por la Virgen Milagrosa; el edificio de la comunidad, junto al anterior, donde se reubicó a San Carlos y otros enseres procedentes de la primitiva capilla hasta la partida de las monjas; y, por último, la iglesia de la Inmaculada Concepción, en La Casería, que desde entonces alberga al simulacro josefino. Una segunda imagen de la Milagrosa, de menor tamaño que la original, fue obsequiada por las hermanas a este templo, donde también continúa expuesta a la veneración de los feligreses.

La última de las imágenes de la Milagrosa existentes en San Fernando se encuentra desde antiguo, y de forma paradójica, en la misma Parroquia de San Francisco, donde recibe culto por parte de su propia congregación fundada en 1920. Según datos aportados por el historiador Fernando Mósig Pérez, la talla, también seriada y de similares dimensiones que su homónima de La Casería, fue adquirida por la entidad y entronizada en la iglesia en 1923 llegando incluso a procesionar anualmente por los aledaños de la parroquia.

Un detalle que se haya podido conservar en La Isla a la Milagrosa de San Carlos, que tantos recuerdos traerá a los devotos que en su día buscaron consuelo en los reclinatorios del hospital, o en las monjas que obsequiaban medallitas con el símbolo de la congregación a los niños que esperaban la pronta recuperación de sus padres, y abuelos.

Alejandro Díaz Pinto

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