La Calle Real en 16 capítulos; capítulo (II)
…incluyendo dentro de él y justo en el centro, el antiguo restaurante del Inesperado en vía de convertirse en ruinas junto al famoso puente que igualmente sigue la misma suerte.
Pero eso sí, recibiendo las únicas visitas que nunca les faltaron de los aficionados a la pesca, que tradicionalmente siempre han realizado desde lo alto de dicho puente, aun con el riesgo de la circulación de entonces, pescando a la caña o al cordel sobre las aguas en ocasiones teñidas y en otras turbulentas del Caño de Sancti Petri, que unido al de Zurraque establece la separación entre Chiclana, Puerto Real y San Fernando y que no obstante adquirir la categoría de -caño- se forman curiosamente en él grandes corrientes y remolinos de agua a modo de ojos (los llamados ojos del Puente Zuazo) precisamente debajo del mismo puente, aspecto que los niños utilizaban para tirar objetos flotantes y a veces “no flotantes” sobre estos remolinos divirtiéndose con la rapidez que la fuerza de dichas corrientes “se los llevaban”. Y que ahora, la faena de la pesca la realizan más tranquilos, sin ninguna circulación ni nadie que les molesten con la paz y el silencio añadido que produce los sitios ocultos y olvidados.
Y para terminar la descripción de la zona citada, un solo comentario como final de este triste episodio. Y es que cabe preguntarse y adivinar si en cualquier lugar que tuviesen un entorno con las posibilidades y el sabor a historia que tiene el nuestro, averiguar si ya estaría suficientemente desarrollado en beneficio de su Ciudad y en el de todos sus ciudadanos. Creo que La Isla y la Historia se merece otra cosa.
Así visto y en la actualidad para entrar en La Isla viniendo en la misma dirección anterior, es decir desde Los Tres Caminos, hay que hacerlo por el nuevo puente que ha sustituido al de Zuazo. Y para ello se tiene que girar a la derecha y bajando girar de nuevo a la derecha para pasar por debajo del citado puente y poder entrar por el mismo sitio de siempre, si el vehículo en cuestión no tiene más de 2,75. m. de altura (caso de autobuses y camiones), que muchos de ellos a pesar de tener anunciado previamente la limitación de esta altura, han dejado el impacto de sus huellas en el pretil del hueco de dicho puente.
Y si no se desea esta vía de acceso para los vehículos (generalmente turismo) que si pueden hacerlo por ella, igualmente pueden optar girando a la izquierda dejando detrás el segundo giro a la derecha antes descrito y continuar subiendo el Puente del Gran Poder por el que también se accede para entrar a la Ciudad llegando al mismo sitio, aunque más avanzado y más cerca de la Calle Real. Sin embargo sí hay otra vía de entrada más directa viniendo de Cádiz, que también conduce y confluye al mismísimo lugar.
En resumen, después de este laberinto y largo recorrido, se puede decir que entrando por cualquiera de las opciones elegidas pronto nos encontraremos con la Calle Real, que situará al visitante previamente en la Plaza Font de Mora más conocida como la Plaza del Bacalao debido a su forma triangular. Y hasta La Ardila constituye un extenso recorrido de un kilómetro y medio aproximadamente (si se contempla desde la citada Plaza hasta el Convento de las HH. Carmelitas).
Dicha Calle atraviesa el centro histórico y neurálgico de la ciudad de Este a Oeste. Y desde la Venta de Vargas hasta la Fuente de las Comunicaciones (por cierto de elevado coste y sin acabar) más conocida popularmente como la fuente “mojosa” para unos y “oxidá” para otros hay 2,3. Kilómetros exactamente y ha recibido varios nombres en sus distintos tramos y etapas como Avenida de la Marina, Plaza del Ejército, Avenida del General Franco, Avenida del General Varela y bastante más atrás también ha recibido el nombre de calle de la Constitución, aunque se la conoce simplemente como Calle Real en toda su extensión.
Así que la Calle Real según queda dicho, también constituía parte y paso obligado de la citada carretera nacional cuarta para entrar o salir de Cádiz. Y siempre estuvo por esta razón, abierta en su totalidad al tráfico rodado incluidos los autobuses y los tranvías de la época que desde La Isla también se dirigían a Cádiz.
Los escasos autobuses que existían para trasladarse a Cádiz eran de gasógenos y pertenecían a la empresa de Transportes Generales Comes (empresa que todavía existe y siguen haciendo la misma ruta) y se conocían popularmente como “La Carterilla”. Salían cada hora de la parada de la Plaza de la Iglesia, que se situaba delante de la tienda de Confecciones y Tejidos Martínez, hoy Caixabank.
Pero antes de salir de la Ciudad hacían varias paradas, que se situaban en la Plaza del Rey, San Francisco, Las Monjas (la compañía de María), el Carmen y Borrego, que era la última parada de la Calle Real propiamente dicha, porque también hacía una última parada en La Ardila frente a la caseta del Fielato. Y los tranvías que aparecieron en La isla aunque refiriéndome a los que llegaron alrededor de 1906 también realizaban esta misma ruta y las mismas paradas. Tenían igualmente sus salidas cada hora y la parada de partida en la misma Plaza de la Iglesia, pero en el lado opuesto al de los autobuses. Es decir, exactamente delante de lo que hoy es el edificio de la Telefónica.
Estos tranvías sí que salían, pero no se sabía exactamente cuando llegaban a Cádiz, porque constituía una auténtica odisea pasar por las vicisitudes que ocurrían durante su trayecto. Podía suceder de todo, desde los parones constantes por las salidas del trole o el apagón de la luz. O cuando no, al llegar a la altura de El Chato y la arena de la playa había invadido las vías, el tranvía patinaba y se paraba. Y los viajeros tenían que bajarse para ayudar a empujarle y restablecer así su marcha. Pero lo más divertido y quizás más peligroso a la vez, sucedía cuando llegando a Cádiz a bajar por la Cuesta de las Calesas, tomaba más velocidad de la que habitualmente llevaban debido a la pendiente tan pronunciada de dicha cuesta. Y parecía virtualmente que iban directamente al mar.
Entonces el Puerto Marítimo (¡Y cuidado con preguntar en Cádiz por El Puerto dicho a secas, porque aquel que llegó preguntando por él de esa manera, se fue al Puerto de Santa María!) no estaba cerrado como ahora y llegaba a pie de calle de tal manera, que las boyas de amarres se podían coger con las manos. ¡Figúrense! No obstante a Cádiz también se podía ir en tren, en aquellos viejos vagones de madera aprovechando los trenes que venían desde el interior hacia la capital con parada en San Fernando.
Hubo un tiempo que también circuló un tren exclusivamente de Cádiz a San Fernando y viceversa, al que se le llamaba el tren obrero porque en él viajaban los que venían de Cádiz con parada obligada en nuestra Estación para recoger a los obreros de aquí y llevarlos al Consejo Ordenador de Construcciones Civiles y Militares, como así se llamaba entonces, a lo que después fue la Empresa Nacional Bazán (de feliz recuerdo para tantos isleños, sobre todo para los muchos que estuvieron en la citada empresa), cuyo tren llegaba hasta la misma factoría pasando también por La Carraca. Igualmente y de la misma manera a La Carraca y a la Bazán, podía llegar un tren de mercancías en cuyos vagones se transportaba materiales pesados y necesarios para dichas factorías.
Y en cuanto a los autobuses y siguiendo con ellos, además de los ya citados, que hacían el trayecto a Cádiz. Había uno al que se le llamaba ‘El Canario’ por su color amarillo intenso, que establecía el servicio de los viajeros entre San Fernando y Chiclana…Continuará…