Los roscos, en proceso de elaboración

La confitería más antigua de La Isla celebra este año su Semana Santa número 100.

¿Quién no ha degustado un caracol relleno de crema sentado en algún banco de la Alameda? ¿y una 'chuleta' laminada de hojaldre? En efecto, son algunos de los pasteles que día tras día, semana tras semana y año tras año, continua elaborando el negocio centenario de los 'de Águila', más popularmente conocido como 'La Victoria'.

Un establecimiento de los que apenas quedan. Con solera. Con raigambre, que el pasado año celebró sus cien años de continuidad por todo lo grande. Amigos, familia, representantes de colectivos de La Isla... todos ellos se dieron cita en la sala de celebraciones 'El Yeyo' para una experiencia que ninguno olvidará. Pero aún queda el evento más importante, el remate a esta conmemoración especial para la confitería más antigua de San Fernando, y es algo que tiene que ver directamente con su especialidad: los roscos.

Porque así es, La Victoria cumplirá con esta su Semana Santa número 100. Un centenar de cuaresmas repartiendo entre isleños y foráneos los que a juicio de muchos son los mejores roscos de toda la región. Ni canela, ni aceite, ni miel; como el actual propietario indica, su secreto es el clavo. Una especia vital que se mezcla con los ingredientes básicos -leche, azúcar, huevos y harina- para dar como resultado esos característicos aros trenzados que durante la Semana de Pasión se venden a 300 kilos por día. Esto supone el colofón a los 20 diarios que, literalmente, 'vuelan' del establecimiento desde el período de Cuaresma hasta el domingo del Corpus.

Aquí la Tradición se escribe con mayúscula después de tres generaciones haciéndose cargo de un oficio, que aún, a día de hoy, continúa tan vivo como cuando los hermanos Rafael y Cristóbal del Águila lo inauguraron. Corría entonces el año 1914. A ellos se uniría algo después Francisco del Águila para completar una primera generación que fue relevada por Cristóbal del Águila Gil: padre de los actuales propietarios, los hermanos Diego y Francisco del Águila Pulido. Allí siguen, al pie del cañón, elaborando uno de los iconos del Patrimonio Gastronómico isleño.

Francisco del Águila, propietario de La Victoria, junto a sus compañeros

Junto a ellos, sus ayudantes: Manolo, Eugenio y José Antonio. Tampoco se quedan atrás. El primero lleva más de cuatro décadas atendiendo a la fiel clientela de La Victoria -y de la Nueva Campana, en Rosario-, el segundo nada menos que 30 años. El tercero, 20.

Cuenta Francisco, a modo de anécdota, que durante la visita de la familia al programa 'Mira la Vida', el famoso periodista Rafael Cremades mojó un rosco el la sopa de fideos con caballa. "Lo tomó por un mendrugo de pan", recuerda entre carcajadas.

Los responsables contaban a www.elcastillodesanfernando.es la entrega con que cada mañana desde las 7:00 horas comienzan a obrar, a objeto de abastecer ambas pastelerías con dulces recién hechos para todo el día. Los roscos, como siempre, ya han comenzado a venderse y van por cuarto o por medio quilo, "para que la gente llegue y pegue" entre las 10:30 y las 22:30 horas. Sólo entre semana dejan de despachar de 14:30 a 17:00 horas, porque los fines de semana ni eso. De modo que los isleños ya van a tiro hecho junto a los pasteles tradicionales, las famosas tartas de encargo y, como no, los característicos penitentes de caramelo. Todo un orgullo para los responsables de La Victoria, que, para los paladares especialmente sensibles, indican que el rosco ¡debe estar duro!

Alejandro Díaz Pinto