El abecedario español
Sabido es que nuestro abecedario en la actualidad y después de la última reforma del 2010 de la Real Academia Española de la Lengua, se compone de 27 letras y 5 dígrafos (composiciones de dos letras) tales como la ch, ll, gu, qu y la rr, y entre ellas, la -ch- y la -ll- dejan de ser letras del abecedario. Así como la -gu- y la -qu- que se consideran variantes para las formas g y k. Y esta nueva composición se consensuó y se fijó por igual para todos los países de habla española. Con la particularidad de que la letra -ñ- no existe en otros idiomas y la pronunciación de la -y- ahora suena como ye.
Y todas estas letras combinadas entre sí y ensambladas convenientemente constituyen las palabras y éstas a su vez, frases que en definitiva dan origen al vocabulario empleado por una lengua, que es lo que da lugar a la manera de hablar de un país. Es decir su idioma.
Concretándonos en el nuestro, debemos ser conscientes de la riqueza de vocabulario que posee comparándola con otras lenguas, especialmente con la inglesa. Y como ejemplo basta observar la enorme cantidad de acepciones que tiene en nuestro idioma un hombre ebrio: borrachera, trompa, merluza, tajá, tablón, mona, cuba, etcétera. O simplemente denominar dormitorio a una habitación destinada para dormir, cuando los ingleses para ello, tienen que hacer uso uniendo dos vocablos: bed y room, es decir: cama y habitación, o sea habitación para dormir. Y así sucesivamente sin contabilizar las limitaciones de sus verbos.
Las palabras que constituyen un idioma es el mejor y más maravilloso vehículo para comunicarnos con nuestros semejantes verbalmente o plasmando su escritura sobre el papel o en una máquina. Y hoy en día digitalizada a través de ordenadores, móviles, tablet, etcéteras.
Afortunadamente las posibilidades de hablar español en el mundo son muchísimas sin llegar a ser la lengua comercial por excelencia, pero tal vez sí la más extensa después de esta observación. Basta saber que en el mundo se habla español alrededor de 1.200 millones de parlantes.
Todo este largo recorrido, no pretende ser ninguna lección, porque aparte de que evidentemente no lo es. Cada cual sabe lo que se supone que sabe. Aunque creo que ha sido necesario hacerlo para introducirnos en lo que sigue. Sin que por ello signifique que estoy en contra del progreso y de los nuevos tiempos.
Pero sí decir que su uso se deteriora por momento debido a los efectos de las nuevas tecnologías y aunque las lenguas y los idiomas están sujetos a cambios, hay términos que pierden su valor mientras otros los mantienen. Y por otra parte, nos llegan palabras nuevas (algunas sin traducción como -email- aunque la usemos como correo) que introducimos en la forma de hablar y de escribir, pero también asistimos, permitimos y colaboramos a su deterioro.
Y me refiero al lenguaje empleado en los mensajes de móviles y otros artilugios, los cuales hacen una deformación absoluta del uso y de la escritura de nuestra rica lengua, cercenando vocablos, obstruyendo la ortografía y deformando la morfología y la sintaxis.
Entre estas deformaciones y las aplicaciones de las siglas, creo que estamos desprestigiando la lengua de Cervantes -pobre de él- sí abriera los ojos y viera escrito como mal menor (los hay peores): akeyo por aquello, xico por chico. O el empleo de tantas siglas: msm, apa, uci, ibi, iva, bic, uca, ere, sas, iném, etcétera. O el uso inadecuado de los verbos en sus modos y en sus tiempos o la alteración de sus significados fruto de las nuevas tecnologías (internet) bajar, subir o chatear y tantas otras modificaciones e irregularidades ¿Qué diría?
Diría que estamos acabando o cuanto menos, deteriorando todo el encanto de nuestra armoniosa lengua, que en prosa o en verso, resulta un deleite oírla pronunciada con una buena dicción o leerla escrita a través del empleo de un rico verbo y de una excelente pluma.